Ganas de fiesta

13 ago 2018 / 08:40 H.

Será porque es verano, será por el calor, será porque ya está el pescado vendido o será porque dice el refrán que no hay mal que cien años dure. El caso es que el alcalde de Linares, sea ya del partido que sea, tiene ganas de fiesta. Desde su particular retiro espiritual, a unos cuantos cientos de kilómetros de su ciudad natal, pergeña una estrategia para continuar con fuerza en una lucha que comenzó hace diecinueve años como máximo dirigente municipal y veintiocho como militante activo del Partido Socialista. Nada se le resiste. La expulsión de la fuerza política en la que prácticamente echó los dientes supone para él una piedra más en un camino lleno de obstáculos en forma de trampa o, según las interpretaciones, de trampolín. Él, que consiguió los mejores éxitos para el socialismo jiennense en una de las etapas más difíciles para la ciudad de las Minas, se encuentra arrinconado por quienes confiaron en su capacidad para lograr el trofeo del bastón de mando en la segunda ciudad en número de habitantes de la provincia.

Agosto se presenta duro para Juan Fernández. También para Juan Sánchez, retirado ya de lo público después de manejar los hilos en amor y compañía. No será fácil remontar el vuelo en un “patio” con más revolución que la histórica francesa. Cuando los amigos son enemigos y los enemigos son los amigos la gobernabilidad es peor que la televisiva comunidad de vecinos de Montepinar. El Ayuntamiento de Linares amenaza con ser trending topic en las redes sociales y batir todos los récords de audiencia en el próximo pleno que, eso sí, tendrá mucho de extraordinario y bastante de ordinario.

Ironías aparte, porque la cosa está seria, la crónica de una muerte anunciada no acaba más que empezar. La dirección nacional da el visto bueno a un expediente de expulsión que no deja títere con cabeza y que sitúa en un papel secundario lo que el dirigente linarense coloca como principal problema: ser el verso suelto del Partido Socialista, el díscolo, el indisciplinado, el bocazas... o como quiera que se le llame. Porque sinónimos hay unos cuantos para calificar a un alcalde que habla como habla de administraciones públicas que tienen el mismo signo político que el Ayuntamiento que él gobierna. “Es una vergüenza lo que hace la Junta y la Diputación con Linares” es una de las frases más livianas de todas cuantas dice con los micrófonos abiertos. “A los cinco años te mosqueas, a los diez te enfadas y a los quince revientas”. Se refiere a su actitud con respecto a quienes asegura que no respaldan sus proyectos. Hay otro motivo, en forma de falta grave, en la que se sustenta el polémico expediente: irregularidades contables en el “aparato” socialista de Linares. Juan Fernández asegura que todo tiene su explicación. “Fue Pilar Parra, la franquicia del partido en Jaén y en Sevilla, la que decidió darme un complemento porque le daba vergüenza cobrar el doble que yo”, afirma. Y agrega: “Me tendieron una trampa. Todo ha sido un complot para echarme”.

La “película” está en los preliminares. Los concejales socialistas, sin incluir a Joaquín Robles, preparan una moción de censura con notario incluido. Necesitan catorce votos, lo que significa un compendio de fuerzas políticas que, por ahora, se presagia harto difícil. Quedan nueve meses de legislatura, un embarazo de alto riesgo en un Ayuntamiento y en una ciudad que hasta la política la tiene arruinada. El alcalde continuará con su particular guerra e, incluso, está dispuesto a hacer su propia encuesta, en la calle, para que sea el pueblo que tanto confió en él el que le ayude a tomar la decisión más difícil de toda su trayectoria. Hay ganas de fiesta. Está por ver quién le acompaña hasta el final.