Fatiga mental

31 may 2016 / 10:00 H.

Cierto es que las primaveras son variables y extremosas. Lo mismo pasas del frío al calor que del calor al frío. Cosas que tiene esta estación que nos deprime o nos pone eufóricos y no se sabe bien por qué, pero eso es de toda la vida. La fatiga casi crónica se la achacamos a la bendita primavera que poliniza por doquier y no hay manera de zafarse de ella. Cosas del calendario. Esta primavera viene cargada, bien cargada. Lo que temíamos o temimos en su momento, ya está aquí. Ha comenzado la precampaña para las próximas elecciones generales, pero la verdad es que la sensación que da es que desde la precampaña previa al 20-D ha pasado tanto tiempo que ya no tenemos capacidad para escuchar más y sobre todo para saber a ciencia cierta qué dicen, para qué lo dicen, por qué lo dicen y quienes son los extremistas, quienes los centristas, cuantos se van a apoyar o a juntar, o a formar coaliciones, a pactar a la valenciana o a la extremeña. ¡Que se yo! Nuevamente bajo esta cascada de palabras, es muy difícil llegar al conocimiento real de lo que nos ofrecen unos u otros. Separar el grano de la paja siempre han dicho que es trabajo minucioso, largo y casi imposible, pero algo que hay que hacer para ir al grano y no a la paja. Se echan de menos programas cortos y concretos que ofrezcan y prometan acciones para que este país salga de una vez de esta crisis que nos está haciendo asistir a la vergüenza de contabilizar y poner cara a la pobreza alimentaria, sin que aquí pase nada de nada. Que no asuma la terrible cifra del paro como algo inevitable, porque se puede evitar. Algo que acabe con la desigualdad y evite que los pobres sean cada vez más pobres y los ricos cada vez más ricos. Algo que haga que nuestros jóvenes tengan futuro aquí y para lo que se han preparado. Algo que haga que los pensionistas no sigan siendo el soporte de las familias por una mala política de los gobiernos. Ya digo: programas que podamos leer, tocar, comparar. Algo a lo que nos podamos asir para cuando llegue el 26 de mayo. Algo que nos haga acercarnos a las urnas con una mínima ilusión. Este país necesita urgentemente una pastilla para no llorar.