Esto es un carnaval

05 feb 2016 / 09:35 H.

En tiempo de carnaval me gustaría invitarles a practicar un juego dialéctico consistente en coger una noticia periodística relacionada con la actualidad parlamentaria, por ejemplo, y otra con un centro educativo. Se trataría de sustituir en una y otra la palabra Parlamento por colegio y viceversa. Quedaríamos sorprendidos por los resultados tras comprobar que la distancia entre el dicho y el hecho es abismal. Una cosa es lo que predicamos y otra muy diferente aquello que hacemos. Hasta el punto de que los conflictos que se plantearían, serían inasumibles por la inmensa mayoría. Y en algunos casos constitutivos de delito. Y es que las rutinas del devenir de los acontecimientos hacen que veamos con relativa normalidad auténticos comportamientos reprobables que son contrarios a las más elementales reglas que queremos inculcar a las nuevas generaciones. Así, mientras predicamos una sociedad inclusiva en la que quepamos todos en igualdad de derechos y deberes dentro de unas normas de convivencia de las que nos hemos dotado, vemos cómo personas perfectamente formadas académicamente, con responsabilidades de gobierno o no, representantes de miles de ciudadanos, en la práctica día sí y otro también, muestran su repulsa hacia todo aquello que supone la ruptura de las opiniones y gustos de las mayorías. Y lo hacen, además, sin reparos a la hora de descalificar al contrario, sin tener en cuenta que en muchos casos representa a millares de ciudadanos a los que también se ofende, pese a que respetan las reglas como aquellos que rechazan los cambios. La cuestión nuevamente es el impacto que causan estas conductas en esas generaciones de futuro, a los que dedicamos importantes recursos para conseguir que justamente la diferencia de índole económica, social, política, cultural y de género sea vista y vivida como algo enriquecedor para las sociedades que las hará en definitiva más inclusivas y más justas. El resultado de la incongruencia debería llevarnos a plantearnos seriamente si estamos en el camino acertado para avanzar socialmente o se trata simplemente de un auténtico carnaval donde no se sabe muy bien quienes son los disfrazados.