Espías sordos

21 nov 2018 / 09:06 H.

De las profesiones en las que ciertas personas tienen poco porvenir una es la de ser fotógrafo de radio y otra de ellas es la de ser espía sordo. Conscientes de que casi todas las profesiones tienen sus limitaciones para ciertas personas, los humanos, que somos muy listos, se inventaron la política, una actividad para la que todos valen, todos tienen su lugar y sus posibilidades de hacer carrera y labrarse un futuro interesante. En la empresa política no piden títulos, ni hay que superar unas oposiciones. Y más vale que no le pidan títulos a nadie, porque cuando se hace ya ven lo que pasa, que la mayoría son ficticios, de regalo. Ahora las carreras que hacen la mayoría de los políticos son las carreras urbanas, por eso cada día se organizan más en toda España. Y esto de ser poco exigentes con los méritos de los que quieren gobernar al resto de los españoles tiene luego lamentables consecuencias, sobre todo cuando los políticos, además de su trabajo como tales, quieren hacer otros para lo que están aún menos preparados. Por ejemplo, para ejercer de espías.

Son ya bastantes los políticos que han fracasado por querer ejercer de espías. Y su falta de éxito no es porque fuesen sordos, sino porque no eran mudos y todos hablan demasiado. En este aspecto más parecen peces que espías porque terminan muriendo por la boca. A María Dolores de Cospedal se le vio el plumero —con perdón— por sus torpes manejos al estilo de Anacleto, agente secreto, con Villarejo. Después, apenas hay margen entre una metedura de pata y otra metedura de pata en el PP, ha sido el portavoz del Senado, Ignacio Cosidó, quien ha abierto la boca desmesuradamente, tanto que por ella puede tragarse su dimisión. Sus palabras, con una privacidad con altavoz, sobre la composición y el reparto de los jueces que forman el flamante Tribunal Supremo, dejando más que entrever que todo está hablado, acordado y amañado entre el PSOE y el PP para que la actuación de jueces y magistrados pueda ser controlada por su partido. Cosidó ha hecho un gran daño a la Justicia española vertiendo sobre ella estas deplorables dudas con sus palabras. No es de extrañar que desde todos los partidos se escuchen voces pidiendo su dimisión, petición que comparten los colectivos de jueces. Al fin y al cabo se trata de una dimisión más de las que todos los días piden unos partidos a sus opositores. ¡En qué manos estamos. Señor!