Ese lugar seguro

23 ago 2017 / 10:45 H.

Muchas veces me han preguntado por qué una andaluza estudia teatro escrito en Buenos Aires. Con el tiempo me he dado cuenta de que las obsesiones de Roberto Cossa, dramaturgo argentino que me ocupa, se parecen mucho a las mías. Sus víctimas incapaces de transformar su realidad; que se engañan para poder seguir permaneciendo pasivas y abúlicas; que reproducen los actos violentos de sus victimarios en una especie de jerarquía del poder; que poseen, en suma, una alta cuota de responsabilidad. Pero hay una obsesión que me interesa de manera especial: la familia es, en el teatro de Cossa, el grupo social más propicio para esta compleja relación entre víctimas y victimario. El hogar —ese lugar seguro— es el espacio del microfascismo, el escenario en el que se produce el abuso de poder. Y ese hogar de los textos —tras sus muros el dolor y la sumisión— me traslada a una chacra en Pehuajó o a un piso en la Latina, a un departamento en Recoleta o al cortijo encalado de una aldea perdida de España.