En la mitología griega se cuenta la historia de Pigmalión, un rey que, después de buscar durante mucho tiempo a su esposa perfecta, acabó enamorándose de una bella escultura que él mismo había esculpido. En psicología se habla del efecto Pigmalión para describir la influencia que sobre una persona produce la opinión que sobre ella tienen otros. Es decir, si un profesor tiene en alta estima a un alumno, este tendrá más cerca obtener el éxito porque, como si de una profecía autocumplida se tratase, él creerá que es un buen alumno y actuará como tal. Respecto a nuestros políticos, les votamos poniendo nuestra confianza en que actuarán de forma ecuánime, por lo que ellos deberían erigirse como protectores de nuestro bienestar social. En cuanto a la judicatura, superan un proceso selectivo complicado y afrontan miles de situaciones que los sitúan siempre cerca de los ciudadanos. ¿Cuántas manos han esculpidos estos mármoles, para que solo algunos se reconozcan en ellos? ¿Sentirán los poderes que nos rigen una identidad con los artesanos que los conformamos? Espero que la justicia y la ética política no sean, después de todo, un mito.
