Escribir es vivir

20 sep 2017 / 11:01 H.

Este es el título de mi colaboración, porque es el título de un libro del mi muy añorado profesor José Luis Sampedro, al que tanto he traído por estos lares y al que tanto debo a través de sus ensayos y publicaciones. El autor de La sonrisa etrusca, El río que nos lleva y Reacciona le daba un sentido a la vida, su vida, totalmente pegada e inexplicable sin conocer e implicarse en la circunstancia del ser humano que sufre. Ya adelantaba en 2003, fecha de edición de Escribir es vivir, del peligro de la tecnología cuando usurpa la función del profesor, manifestando que la educación en la escuela debe ser cosa de maestros, de los profesores humanos, y que no se le puede confiar a los ordenadores. Lo que no enseña la tecnología es a relacionarse con los demás, que se aprende jugando, en la calle, en el recreo, jugando entre seres humanos, y no con una máquina. Las relaciones del fuerte con el débil, la comprensión, la solidaridad, el compañerismo no lo da la tecnología. Y sin embargo parece que ha triunfado cuantos más ordenadores y tecnología haya en el aula, desplazando al profesor, quien es quien podría enseñar y transmitir valores humanos. Así la formación es más un aprendizaje hacia el consumo que hacia enseñarnos a vivir. De las clases salen más consumidores y productores que personas comprometidas con la vida, salen más súbditos que ciudadanos. Y Sampedro subraya que ésa es una de las razones de la pasividad de la gente ante las cosas que ocurren. No se nos educa para ser ciudadanos, sino para gastar y consumir. Para evitar continuar por esa senda, el economista Sampedro manifiesta que un profesor está para ayudar a ver, no para cegar a sus alumnos. Una vela, un quinqué dan luz, iluminan, permiten ver. En cambio unos focos deslumbrantes ciegan, dificultan la visión. Pero vivimos en una sociedad y en una época donde predomina el deslumbramiento y no la iluminación, donde se aprecia mucho más una gran orquesta que una solista acompañada tan solo de un piano. Escribir es vivir, esa es la responsabilidad de los que tenemos el privilegio de exponer nuestras convicciones juntando letras.