Érase una vez un reino santo y noble

30 sep 2018 / 11:23 H.

Había una vez una tierra en la que se vivía tan bien que solo quedaban en ella quienes nunca conocieron otros lugares o más bien, estaban en el atardecer de sus días, sin más ocupación que la charla mañanera, el dominó vespertino o el paseo para ahuyentar la artrosis y la ahora tan novedosa tendinitis. Era una tierra de faz noble y por resignación, hasta santa a más no poder. Tierra a la que le sustantivaron como reino a semejanza de otras épocas de hidalgos y vasallos, caballeros y reyes y reinas frente a pueblo llano y pobre. Pero noble, muy noble. Y cada vez más escaso, que en Jaén se vive muy bien y en sus pueblos de maravilla, pero al “señor Jota” no se le puede escapar que los mejores y más jóvenes, quienes por lo que sus padres lo han dado todo, se van a otros lugares a mostrar todo lo que valen. ¡Aquí no pueden!

Decía Ramón María del Valle-Inclán que “lo mismo da triunfar que hacer gloriosa la derrota” y qué bien que nos aprendimos eso de la resignación y el victimismo, la sopaboba y el lamento, el tremendismo y la lástima... Qué pésimo ejemplo para nuestros hijos que entre tanta desesperanza, pues, ea, se marchan lejos, que aquí nada tienen que hacer, aquí no se les quiere para trabajar, aquí no se les permite desarrollarse para lo que han estudiado. Aquí no pueden, no hay trabajo; aquí no los dejamos, hemos hecho poco para que se queden, que es responsabilidad de todos. Responsabilidad máxima de quienes administrando los recursos propios y de la Europa que inyecta millonadas a las regiones pobres no han logrado parar la sangría de la estampida de nuestros pueblos y ciudades (16 pueblos están condenados a la extinción y hasta Cazorla pierde población, alza la voz el “señor Jota” en ejemplo máximo de inmersión). Responsabilidad de quienes siendo administrados no parece ocuparnos más tiempo la democracia que el ejercicio de ir a votar cuando se nos llama, dejando la exigencia para otras gentes vaya que nosotros nos señalemos y al niño no nos lo coloquen en algún ayuntamiento, el no va más. “El que pasa tiempo arrepintiéndose del pasado, pierde el presente y arriesga el futuro” recuerda el “señor Jota” haberle leído a un clásico, Francisco de Quevedo, quien desde enero, ya saben, da título a esta sección (“Faltan lenguas y voz a los dolores”, que en Jaén son tantos y tantos y no se esconden, para qué esconderlos, no hay alfombras para tanto lamento). Santo Reino, tierra de paz, acogedora y hospitalaria, única y grandiosa, maravillosa estampa milenaria curtida en mil cosechas de olivar retorcido... ¡Para qué queremos más! “Pobres no son los que tienen poco. Pobres son los que quieren más y más, infinitamente más, y nunca les alcanza”, lo dice José Mújica, guerrillero y expresidente de Uruguay. Y... con eso nos vale. ¡¡¡Venga, otra partidita de dominó!!!