Entente cordiale

Hay visos de que la negociación emprendida entre el presidente provincial del Partido Popular y el líder de la corriente crítica llegue a buen puerto a lo largo de una semana de puro infarto

22 ene 2018 / 08:47 H.

La firma del Entente Cordiale marcó el fin de siglos de conflictos intermitentes entre el Reino Unido y Francia y el principio de una coexistencia pacífica que continúa en el presente. Costó sudor y lágrimas aquella histórica rúbrica, pero ni que decir tiene que el esfuerzo tuvo su recompensa con la formación de un sistema de alianzas al que se sumaron, más tarde, otros países más. La batalla interna entre las dos corrientes que coexisten en el seno del Partido Popular de Jaén tiene los días contados. Mucho se tiene que torcer la cosa para que, esta misma semana, el diálogo y el entendimiento entre las partes, separadas en los últimos meses por el muro de la discordia, termine como el rosario de la aurora. La Entente Cordiale está a punto de quedar estampada en un papel que ya no está en blanco en la calle San Clemente. Todo sea por el bien del partido y, sobre todo, de la humanidad.

Mucho tiene que ver la dirección regional en este giro de ciento ochenta grados de un conflicto con más chicha que limoná. También la nacional. Por supuesto, la provincial. Y, cómo no, los críticos. Dos no se pelean si uno no quiere. El caso es que los protagonistas de esta historia interminable se sentaron, hablaron, discutieron y pusieron negro sobre blanco para empezar a escribir un nuevo capítulo en el renglón del punto y aparte. Juan Diego Requena, presidente provincial del Partido Popular, y Miguel Moreno, aspirante a serlo en un más que polémico congreso, están a punto de escenificar en público las disculpas recíprocas después de casi un año de desencuentros políticos que rayan el esperpento. Hay visos de un acuerdo de integración y, aunque será difícil recomponer las piezas de una vajilla hecha añicos, la familia del Partido Popular está dispuesta a celebrar el día del abrazo con perdón por el retraso. Los resquicios del amor bastarán para mantener encendida la llama del matrimonio eterno y, después de rozar la diplomacia vaticana los unos y los otros, habrá fumata blanca. La negociación no es un asunto baladí. Hay quienes, incluso, no están de acuerdo con que se produzca y, en estas últimas horas “in extremis”, se frotan las manos por lo que pueda pasar. Sin embargo, hay buena “lid” y, si la hoja de ruta se cumple, un convenio entre críticos y oficiales, con pluma de por medio, pondrá fin al combate. El acuerdo pasa, inevitablemente, por retirar la denuncia que existe en los tribunales para intentar que se repita el cónclave congresual, eliminar los expedientes a los militantes, establecer que el próximo congreso sea el de un militante, un voto y, por supuesto, elaborar una integración con la que todos o casi todos estén de acuerdo. Será inevitable dejar algunas plumas en la jaula. Es el precio de la libertad.

Lo que queda claro es que si la dirección regional habla después de tantos meses de callar y otorgar es porque el movimiento existe y, además, se demostrará andando. Eso de que habrá acuerdo “sí o sí”, promulgado por el líder andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, es un mensaje con una gran carga política y, aunque haya quienes vean en la frase la amenaza de una gestora, la realidad dicta que el momento del Entente Cordiale llegó. Puede que Miguel Moreno, en el fragor de la negociación, no se sienta cómodo con la posición que la dirección provincial guarda en el as de la manga y, sin armar la de San Quintín, se refugie en Porcuna. Un hombre puede morir por un proyecto, pero un proyecto no puede morir por un hombre. También es probable que haya para él un cargo en el que vea a su gente representada, que no sea una mera tirita para curar la herida y con el que pueda trabajar codo con codo con su compañero de fatigas. Nadie quiere abandonar el Partido Popular. Tampoco él.