Ensimismados

05 abr 2023 / 08:53 H.
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La pasada semana me invitaron a hablar a jóvenes sobre Derechos Humanos. Mientras compartía mi reflexiones descubrí que no eran palabras, estaban delante de mi. Conocí a Miriana, una chica adolescente que vive en Italia. Tuve la suerte de compartir su tiempo —y el de sus profesoras Alfonsina, Analisa y Elisa— viendo como contemplaba una realidad distante y ajena a su vida diaria. En su instituto estudia español. Por primera vez salió de su ciudad, subiéndose a un avión junto a sus compañeras para vivir la experiencia de conocer España. Me sorprendió como con sus vivos ojos veía las cosas, escuchaba y buscaba confirmación en la mirada de Analisa o consultaba a compañeras españolas; e igualmente el interés de su familia para que viva con libertad en igualdad al resto de personas y el esfuerzo de sus profesoras porque ella se sienta una persona más. Miriana forma parte de la neurodiversidad. Para algunos especialistas posee trastorno del espectro autista. Si dejamos de verla como una categoría y la consideramos sujeto de derecho, aparece la persona. Las políticas sociales y educativas de la Unión Europea permiten que veamos las contradicciones del resto de personas que creemos que la realidad particular que vemos es el mundo y solo quien mire como nosotras esta facultada para vivir en él. El resto son objeto de nuestra piadosidad, personas para satisfacer nuestros principios, aspiraciones éticas y religiosas de tratar paternalistamente a los que nos son iguales a nosotras. Esopo cuenta la anécdota de un filósofo que ensimismado en sus ideas buscando respuestas miraba al cielo mientras caminaba cayendo a un pozo. La esclava que lo rescató, riendo le dijo por querer ver el cielo se te ha olvidado que hay en la tierra. El conocimiento no deja de ser una interpretación de lo que hay en el exterior de la persona, no una imagen natural de la realidad. De ahí el valor de la información y que esta deba estar contrastada. El profesor de ciencia cognitiva Norman D. matizaba que “gran parte de la información se hallaba en el mundo, o al menos en la estructura de la narración, la poética y los estilos de vida de la gente”. Es decir, la clave está en el paso de la información al conocimiento. Conceptos relacionados, pero no iguales. Se confunden por desconocimiento o por interés. Se accede a través de evidencias que hay que sopesar eliminando sesgos e ideas preconcebidas y prejuicios de lo que entendemos es la realidad natural de las cosas que generalmente se desean creer, no lo que necesariamente son. Cuestión de fe, no es más que una respuesta a la necesidad de querer saber a que me enfrento, a sentir seguridad de que lo que veo es lo que yo quiero pensar que es. A ver si ahora que se abren periodos electorales, comenzando por la UJA, levantamos la cabeza y descubrimos lo que realmente está a nuestro alrededor. Dejemos de caminar mirando al cielo pensando que nuestras ideas y obsesiones son únicas y exclusivas, cuando estas —en general— son una búsqueda que justifique coherentemente nuestros sesgos, ideas e intereses de cómo quiero que se vea el mundo desde mi yo. “Aportar información” para que las asuman sin considerar intereses y necesidades colectivas de un bien común que es ajeno y distante a forzar normas que beneficien a unos pocos, para hacer legal lo que no puede ser ético, por mucho debate y revistas que lo publiquen.

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