Encuentros fortuitos

22 jul 2017 / 11:05 H.

Devuelve la ola todo lo que no quiere arrastrar mar adentro. La situación de los tres ediles no adscritos, cada uno con su subtrama particular, es propia de los cantos de sirena que hacen que marineros expertos acaben perdiendo el rumbo y chocando su nave con cualquier peñón. Todo fiado a la promesa de llegar sanos y salvos a tierra, sin brújula que los guíe. Pasado el vano intento de dar normalidad a esta travesía de legislatura, tenemos a un edil empotrado en el equipo de gobierno del PP. Con movimientos casi imperceptibles para el ojo humano —los folívoros o perezosos de dos dedos van más rápido— Iván Martínez pasó de no salir en la foto a ser el protagonista de la imagen, con rueda de prensa incluida. Poco a poco, con mesura y apartado del foco, milímetro a milímetro, hasta llegar a compartir mesa y mantel con la familia popular del Ayuntamiento y ser un invitado más del protocolo municipal. Niega que en su ascenso temporal a la bancada de los elegidos tenga nada que ver la minoría del Gobierno del PP y su vicepresidencia de Somuvisa. Situaciones azarosas, anecdóticas, sin duda, que solo la oposición y la ciudadanía adicta a la conspiración pueden malinterpretar. Bien podría aducir él, un poco a lo Jorge Sanz, que por qué le llaman “transfuguismo” cuando quieren decir sexo. Sí, quizá con algo de cariño, pero siempre puntual y esporádico, “arrejuntamiento” en función del orden del día. A la pregunta certera de si formará parte de la próxima candidatura del PP al Ayuntamiento de Jaén, Martínez sacó la mano por la ventanilla, jugueteó con el viento y dijo que la respuesta está en el viento. Gracias Bob.

El caso es que al equipo de Gobierno de Javier Márquez se le acumulan ahora cuentas pendientes de esos apoyos puntuales que, aunque dictados con el aplomo patriótico de “Jaén first”, tienen letra pequeña y derrama presupuestaria. Así, mientras el edil de Hacienda, Manuel Bonilla, pensaba en cerrar el Ayuntamiento en agosto para ahorrarnos unas perras, ahora percibe ojiplático que tiene que abrir una nueva carpeta de contratación. Más personal no adscrito para enfado de Fernández de Moya que hizo de este punto uno de sus mantras: no es no. La coincidencia temporal con el plan de jubilaciones anticipadas dentro del plan de ajuste eterno del Ayuntamiento es curiosa, cualquiera pudiera pensar que se contraprograman desde dentro.

De vuelta al contexto, estamos en alerta roja de insolvencia financiera municipal, pero todos nos hemos acostumbrado ya a vivir con el piloto de la reserva puesta. Nos adornan imposibles niveles de endeudamiento, déficit estructural y en la tercera línea del currículum se detalla que somos morosos empedernidos, pero incluso así esperamos mejorar nuestro prestigio digital. Es nuestra educación judeocristiana, sin duda, la que nos permite pensar en un mundo mejor, sea en el más allá o en el virtual de móvil.

Pero como en la vida terrenal, todo es cuestión de ver la botella medio llena o medio vacía. El alcalde, en este sentido, comienza a verla más llena. Echa la vista atrás y comprueba que cualquier tiempo pasado reciente fue casi peor. Así, con energías recuperadas, y esgrimiendo que, a pesar de todas las vías de agua, mantiene la nave a flote, mira el horizonte despejado. De hecho, a la frase con la que “azota” a la tripulación de la oposición, le acaba de sacar punta. Pasando de las llamadas al orden de Manuel Fernández, mantuvo en comparecencia pública que si gobierna esta ciudad es porque el PSOE se escondió y agrega, como rigurosa novedad: “Si me mantengo es por su inutilidad”.

El alcalde cita de lejos y de cerca, mientras canturrea, con licencia musical, eso de Aerolíneas Federales: “No me beses en los labios, no ves que me haces daño. Tengo un calenturón...”