En vías de extinción

13 sep 2023 / 09:04 H.
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Resulta meridianamente claro que existen testimonios naturales que proclaman a voces la voluntad del planeta Tierra de colapsar los sistemas de adaptación del ser humano con indescriptibles y violentos cambios en la naturaleza del aire y el agua, es decir, en la atmósfera. Recibo un telegrama de Tierra en el que dice que agradecería que la mano del hombre aparcara por una vez la ausencia de escrúpulos y se dedicara más a controlar exhaustivamente la emisión de gases y de ese modo, cumpliera lo que sencillamente firma. No estaría de más minimizar, dice Tierra en el telegrama, el macro consumo para conservar mejor el medio ambiente, no vaya a ser que la verdad incómoda del cambio esperado, se cumpla antes de lo previsto y la amenaza de la desaparición del hombre sobre su faz, sea una realidad incuestionable. Tierra explica con claridad en el telegrama el problema que tiene la Humanidad antes de que sea demasiado tarde. El peligro es real y no hay que subestimarlo, si el hombre no colabora, tendrá que atenerse a las consecuencias, así que, si no sabe que aprenda, porque no tendrá otra oportunidad. Tierra espera que la preocupación de los hombres por fin se desencadene ya, porque no hay duda de que se reacciona ahora, o se habrá llegado tarde. Tierra está decidida a tomar cartas en el asunto de confirmarse los peores presagios contra su integridad física. Dice que va a tener que tomar una serie de medidas drásticas (Danas-olas de calor) contra los ataques del hombre, el cual tendrá que evitar que la temperatura siga aumentando y termine por desequilibrar todos los ciclos vitales de la Naturaleza. Si el hombre sobrepasa la barrera de lo permitido, promete castigarlo con catástrofes nunca vistas por el ojo humano. Tendrá que rendirse a la evidencia, si su deseo es el de no desaparecer entre terribles sufrimientos. Advierte Tierra que las prácticas destructivas de los líderes mundiales, no secundan las advertencias de los ecologistas y los científicos entendidos del cambio climático. Eso complica muy mucho una situación que habrá que revertirla. Los efectos negativos no tardarán en aparecer y vale más sacrificar parte de los beneficios de su economía que perderlo todo, incluida, por supuesto, la vida. Tierra ruega encarecidamente que los países desarrollados reduzcan al menos un porcentaje importante de los aspectos más esenciales de la contaminación de efecto invernadero. Al fin y al cabo, Tierra se ha calentado desde hace muchos años de forma natural por los ciclos variables del clima, pero ahora, la causa de la llamada industrialización del hombre que buscaba un mayor desarrollo y bienestar, es sencillamente la culpable de esta situación. Lo insólito sería que éste no reaccionara y no acudiese presto a la llamada de socorro del resto de la humanidad, que nota ya los profundos cambios en sus condiciones de vida. La alerta mundial ha sonado, el riesgo es patente, las actividades del hombre alteran desgraciadamente el aire que respiramos. O se estudian fórmulas desaceleradoras que rebajen los elementos contaminantes y permitan ganar así el desafío de vivir en un mundo más saludable o, escepticismos aparte, el cambio climático nos succionará tan rápidamente por la vía de la extinción, que no quedará nadie para recordar que existimos en el planeta Tierra: del latín Terra y del griego Gea: diosa griega de la feminidad y la fecundidad.

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