En un marco incomparable

16 feb 2019 / 11:12 H.

En el mismísimo centro de Madrid, rodeado de bellos edificios, jardines, fuentes y palacios. Contiguo a la plaza Villa de París y con su entrada principal por la calle Marqués de la Ensenada, se alza sobre las antiguas piedras del Convento de las Salesas Reales, el Palacio de Justicia del Tribunal Supremo. Un edificio rectangular, sobrio y frío por fuera, que guarda, sin embargo, un barroco afrancesado en su interior que llena de mármoles, tapices, lujosas vidrieras, columnas, escudos y pinturas al fresco, cada una de sus estancias, escaleras y pasillos. A toda esta explosión de belleza le acompaña el coqueto color de sus altas cortinas y la exquisitez y finura de su mobiliario de madera noble fuerte y muy bien trabajada. Todo en este palacio es tan bonito y elegante, que nada se deja al azar, hasta el más mínimo detalle tiene su sitio, y no por casualidad. Los jueces presiden el acto, los fiscales a un lado, al otro los letrados defensores y en el centro de la sala, siempre por debajo de los togados, los doce reos del procés sentados en filas de a tres, como si estuvieran montados en la barca vikinga de la feria.