En el caldo y en las tajadas

09 oct 2017 / 10:15 H.

La revolución interna que visualiza el Partido Popular de Jaén se queda a la altura de una zapatilla de los problemas y las cuestiones gubernamentales a las que se enfrenta, cada día, el secretario de Estado de Hacienda. La cartera a la que representa juega un papel clave en el “procés” de Cataluña, una historia con final incierto y con proyección internacional en la que su rúbrica rula por los papeles financieros con remite desde Madrid. José Enrique Fernández de Moya está en las tajadas de su tierra y, ahora más que nunca, se convierte en un ingrediente fundamental del caldo que se cuece en un conflicto sin precedentes en la historia de España.

Ni que decir tiene que el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, el también jiennense Cristóbal Montoro, es quien hace y deshace en el embrollo económico de la independencia. Quienes están a su lado saben que ambos trabajan codo con codo y que el exalcalde de la capital, aunque está bajo su orden y mando, es mucho más que su mano derecha. Las comunicaciones que el Gobierno realiza directamente con la interventora general de la Generalitat, Rosa Vidal, dependen exclusivamente del secretario de Estado, porque bajo su competencia está el control de las cuentas públicas, la verdadera dinamita de la autonomía que busca el equipo de Carles Puigdemont. Hay excepciones que dependen, exclusivamente, de su “jefe”, como la mítica carta que envió por San Valentín al vicepresident, Oriol Junqueras, precisamente exenta de ternura ante la frialdad de las cifras financieras.

El caso es que José Enrique Fernández de Moya sigue con el billete de ida y vuelta semanal a su ciudad. Sin embargo, los viajes cuentan cada vez con más kilometraje y pocas son las comunidades que le quedan por pisar desde que llegó al palacio de la calle de Alcalá. Vive centrado en un día a día repleto de experiencias nuevas, en esas reuniones semanales en Moncloa presididas por la vicepresidenta del Ejecutivo central, Soraya Sáenz de Santamaría, y en los “mini “consejos de Gobierno de los jueves en los que es él quien defiende las medidas proyectadas para Cataluña. Hay que tener en cuenta que es Hacienda la que lleva la voz cantante en todo lo referente al polémico referéndum.

En su entorno aseguran que no es un secretario de Estado al uso. Huye de las firmas telemáticas, tan de moda, y opta por pisar el terreno para que alcaldes y presidentes de comunidades autónomas sientan su caluroso respaldo. Los más críticos con él aseguran que salió despavorido de aquel congreso del 21 de mayo que marcó un antes y un después en el seno del Partido Popular. Son los mismos que dicen que dejó al nuevo presidente, Juan Diego Requena, solo y ante el peligro y, aunque las llamadas telefónicas son constantes, le cuesta descolgar con la agilidad con la que lo hacía antes. La opción elegida es la de ver los toros desde la barrera.

A este jiennense ilustre en Madrid le importa lo que pasa en la provincia, se preocupa por ella desde el peldaño en el que está y hay reuniones a puerta cerrada que acreditan su fijación por barrer para casa. Otra cosa es lo que ocurre en el seno interno de un partido que dejó dividido y que ya no quiere ser protagonista a la hora de recomponer. Estar en el caldo y en las tajadas siempre fue difícil. Por cierto, un apunte importante en la agenda de su trayectoria política: el sábado hizo diecisiete años de su primera toma de posesión como presidente provincial del PP de Jaén.