En el bar de la esquina

28 ago 2017 / 11:26 H.

Que no se asuste el juez cuando caigan en sus manos papeles manchados de aceite. Queda avisado ante una desagradable situación a la que no tendrá más remedio que enfrentarse a la vuelta de las vacaciones. La pringue acompañará a la denuncia de un concejal del Ayuntamiento de Jaén que, por culpa del “ninguneo” y la “desorganización” interna de la casa de todos los jiennenses, se ve obligado a realizar sus gestiones públicas entre tostadas y oro líquido del bueno. No se trata de una serpiente de verano. Tan real como la vida misma. Víctor Santiago Pérez, que prometió el oro y el moro como candidato de la lista de Ciudadanos y que modificó su discurso como edil del grupo de los no adscritos, en solitario, sin perro que le ladre, emprende un camino sin rumbo desde un improvisado despacho instalado en un establecimiento público.

En el bar de la esquina de la espléndida calle Bernabé Soriano, con vistas a un palacio en el que están los “otros de la política”, tiene reservada una mesa con cuatro sillas por las que han pasado ya representantes vecinales, empresariales, sindicales y de cualquier otra índole social y económica que buscan en él un aliado para encontrar respuesta a sus reivindicaciones. El concejal, que formó parte del “trío la, la, la” en aquellos maravillosos meses de amistad con Salud Anguita e Iván Martínez, se siente un “rara avis” en un salón de plenos en el que está convencido de que su labor de fiscalización sorprende, incluso, al principal partido de la oposición. El caso es que se rompió el amor, quizá de tanto usarlo, como dice la canción, y cada exmandatario de la fuerza naranja, la de Albert Rivera, tuvo que buscarse las habichuelas como pudo para garantizar su continuidad y, sobre todo, su sueldo en la Plaza de Santa María. Aquí empezó el lío. Primero no querían sentarse juntos. Después reclamaron el incremento de sus liberaciones... Hasta llegar a la separación de bienes. Salud Anguita se quedó con el amplio despacho que compartían los tres en la primera planta del Ayuntamiento de Jaén, creó el partido Libres y, más tarde, encontró acomodo en el lado más extremo de la derecha, en VOX. Exigencias del guion. Iván Martínez se trasladó con su todavía amigo a las dependencias municipales del callejón de las Flores, halló quehacer en la Sociedad Municipal de la Vivienda, apegado al Partido Popular, y, por cosas inexplicables de la política, se bifurcaron sus vidas. El caso es que Víctor Santiago está solo y, lo que es más grave, sin despacho. Por tener no tiene ni voz ni voto en comisiones municipales tan importantes como Hacienda o Urbanismo. ¿Por qué? Porque cuando los tres pertenecían a un mismo grupo, el equipo de Gobierno hizo un reparto consensuado con la firme intención de que no todos los concejales tuvieran que estar presentes en las reuniones previas a las sesiones plenarias. Y, ahora, disuelta la unidad, la legislación establece que cada concejal cuenta como si fuera un mismo grupo, por lo que todos deberían acudir a todos las convocatorias, aunque en la práctica todo sigue como antes.

El edil no adscrito está dispuesto a dar la batalla para conseguir lo que le pertenece. Quiere los medios que le corresponden para desempeñar las funciones encomendadas por la ciudadanía y no se quedará con solicitarlo en el Registro del Ayuntamiento, sino que está dispuesto a acudir a los tribunales. Ve vulnerados sus derechos y, ante el juez, solicitará la nulidad de todos los acuerdos adoptados en las comisiones desde que, en febrero de 2016, dejó de pertenecer a Ciudadanos. Su denuncia ya está preparada y, aunque manchada de aceite, promete llevarla a donde haga falta.