Embusteros compulsivos

05 mar 2019 / 09:03 H.

Recuerdo un chiste muy viejo que contaba que tres cazadores que iban por el campo se encontraron una cartera y no se ponían de acuerdo en cómo repartírsela. Uno de ellos propuso que el que dijera la mentira más grande se quedaría con ella.

Uno contó que una vez se encontró un pedazo de mármol, lo pintó de color de madera, lo echó al río y flotó. El segundo habló de que un día sus perros persiguieron a una liebre y que cuando estaba cansada, dio la vuelta a su cuerpo y siguió corriendo con otras cuatro patas que llevaba en su espalda. El tercero, muy serio, dijo: “Yo no entro en este juego, porque yo jamás en mi vida he dicho una mentira”. Al oír esto, los otros dos al unísono tomaron la cartera y le dijeron: “¡Toma, para ti!”. Jamás habían escuchado una mentira más grande. Hoy pienso quién se quedaría con la cartera si el pleito estuviera entre políticos. Sería muy difícil saber quién dice la mentira más grande. Aunque entre políticos, creo que con la cartera se quedaría el primero que le echara mano. Pienso que no existe un político que, habiendo dicho tres palabras, una de ellas no sea mentira. Son embusteros conpulsivos no sólo en las campañas electorales sino casi cada vez que abren la boca. Da igual que juren ante la Biblia o ante una caña de cerveza.

Tuve fe en Cristina Cifuentes y ya ven qué embustera más empedernida se escondía bajo su disfraz de mujer íntegra. Mienten todos los líderes pero quien se significa, por su rango y personalidad, es Pedro Sánchez. ¿Cómo puede ser presidente de un gobierno un sujeto con tan escasos escrúpulos?

Pablo Casado tampoco me despierta confianza, pero tiene gracia esa comparación que ha hecho de Pedro Sánchez al opinar de sus urgentes e improvisadas medidas tomadas a un paso de las elecciones. “Pedro Sánchez es como aquel que llega a un bar y les dice a todos que beban que él paga la convidá y, después, se marcha por la puerta trasera sin pagar”. Sánchez tira de populismo pensando en los votos y hace ofrecimientos que no sabe si tendrá que pagar él o quien venga detrás. No les extrañe que cada vez la política española sea menos considerada y respetada internacionalmente cuando son los propios políticos españoles los que no saben hacerse respetar. Faltan menos de dos meses para las elecciones generales, pero ya verán los sacos llenos de mentiras que tendremos que soportar.