El recibo de la luz

26 ene 2017 / 11:41 H.

Mi dedicación profesional durante muchos años ha hecho que tenga una visión nada deformada de las necesidades básicas de los ciudadanos. Una de las principales nos llega siempre desde la factura de la energía eléctrica, y esto pasa por lo doméstico y para la producción industrial y de servicios. La luz es un bien de primera necesidad, imprescindible para el desarrollo individual y social, es en muchos casos fundamental para la vida. ¿Qué ha pasado para convertirlo en un artículo de lujo? Es de pena que no tengamos fuerza suficiente para evitar lo que ocurre con la aquiescencia de los gobiernos, hacia unas empresas que hacen del negocio privado con un bien público, su campo particular. Es una vergüenza la sobreactuación de los responsables políticos cuando se pone en evidencia la insoportable carestía de su precio, echándose las culpas los unos a los otros, mientras el recibo abusivo sigue llegando inexorablemente a los ciudadanos y al resto de las empresas. No puedo soportar ese discurso lastimoso que se ha instalado para con los pobrecitos; para con la pobreza energética; para con los que pierden la vida por no poder pagar el recibo de la luz; para los pensionistas que soportan la estructura familiar propia y la de sus hijos. ¿Qué es esto? Esto no es cosa de lástima sino de “cabreo” y acciones contra esa panda que permite e incita a que se instale la caridad y la lastima en un Estado de Derechos, que no de favores.

El Estado del Bienestar es aquél que garantiza los derechos, y el derecho a calentarse y a tener las comodidades que corresponden al siglo XXI deberían de ser irrenunciables, a pesar de la crisis.

No señores, guárdense las tarifas eléctricas sociales y que se obligue a las eléctricas a bajar los precios abusivos por el consumo de electricidad en este país que ya podría haber llegado a ser puntero en “energías limpias” y no un país en el que la energía es el mayor de los negocios. Apuesten por energías renovables, poténcielas y pongan a raya a estas empresas que juegan con el bienestar del ciudadano y se cachondean de los gobiernos, porque pueden, y porque quieren. De este tema se puede hablar de muchas maneras: desde el conocimiento exhaustivo de “la factura”; desde el conocimiento de las” políticas energéticas”; desde lo que nos cuentan o nos dicen, pero para eso ya hay mucha gente que lo explica a las mil maravillas. El hecho de este abuso y de esta inestabilidad de los precios, sólo se puede acometer por parte del ciudadano desde el enfado. Desde las tripas. El show está servido. Estamos asistiendo en directo a las subidas de precios de la electricidad para informar al ciudadano “con la buena intención” de que éste pueda contener el gasto bajando el consumo en franjas horarias determinadas. Habrá que dar las gracias también por esa información, que dicho sea de paso no sé si nos la cobrarán o no. Estas son las consecuencias de las privatizaciones de lo público. El negocio se sirvió hace muchos años ya y ahora el control de los derechos y el peso del estado para solucionar estos abusos está mermado, o simplemente no existe. La banca arruinó la economía de los países y ahora las eléctricas nos amenazan con una crisis energética. ¿Seguiremos siendo los paganos? Sin duda, los unos y los otros son los mismos canes, con distinto collar.