El que gana paga

    31 oct 2023 / 09:32 H.
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    La gran banca española —Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell, Bankinter y Unicaja— cerraron el ejercicio de 2022 con un beneficio neto de 20.849 millones de euros, lo que representó un incremento del 28 por 100 con relación a 2021, año éste todavía lastrado por los efectos de la pandemia. Obviamente, una parte de este beneficio récord de la gran banca española viene explicado por las sucesivas subidas de los tipos de interés del euro realizadas por el Banco Central Europeo (BCE); en concreto, 0,5 puntos en julio; 0,75 en septiembre y octubre, además de otros 0,5 en diciembre de 2022. En 2023 se han sucedido nuevas subidas, hasta esta pasada semana en que el BCE ha optado por mantener el tipo oficial en el vigente 4,5 por 100.

    Fue en este contexto de alta inflación, subidas de los tipos de interés y beneficios extraordinarios de la banca, cuando el gobierno aprobó la Ley 38/2022, de 27 de diciembre, por la que se crean el impuesto de solidaridad de las grandes fortunas, un gravamen temporal energético y otro a las entidades de crédito —el conocido como “impuesto a la banca”—, que es del que nos vamos a ocupar aquí. La duración inicial del mismo es de dos años, 2023 y 2024, aunque podrá convertirse en permanente tras el análisis correspondiente al final de su vigencia. De hecho, en el acuerdo suscrito el pasado martes 24 de octubre entre el PSOE y Sumar, de cara a la investidura de presidente del Gobierno, se contempla prorrogar de forma indefinida. En definitiva, aunque se ha incrementado la recaudación tributaria como consecuencia de la inflación, el Gobierno estimó que no lo hizo en el importe suficiente para atender las políticas sociales que considera imprescindibles, por lo que crea las figuras impositivas referidas al objeto de que contribuyan los grupos económicos que están obteniendo beneficios extraordinarios en estos momentos.

    El impuesto a la banca deben satisfacerlo las entidades que operan en territorio español y que durante 2019 obtuvieron unos ingresos por intereses y comisiones superiores a 800 millones de euros. Consecuentemente, el impuesto queda limitado a los 11 bancos que cumplen este requisito: los 6 mencionados anteriormente y Abanca, Kutxabank, Ibercaja, Cajamar y BNP. El importe del impuesto se calcula aplicando el 4,8 por 100 sobre el margen de intereses y comisiones obtenidos durante el ejercicio. Aquí reside una de las principales críticas que se han realizado a esta nueva figura tributaria, tal y como es el hecho de gravar los ingresos y no los beneficios. Sí, la lógica económica es que se graven los resultados obtenidos y no los ingresos. De cualquier forma, como ha señalado el gobernador del Banco de España, la recaudación no superará el 5 por 100 de los resultados netos de estas entidades. En efecto, en febrero la banca pagó 637 millones de euros a cuenta y en septiembre otros 626, cifras muy próximas a las previsiones gubernamentales.

    ¿Cómo se han comportado los beneficios tras el impuesto? Bueno, no parece que haya puesto en peligro su rentabilidad ni su solvencia. De hecho, estos días se están publicando los resultados de los nueve primeros meses de 2023 y los beneficios están siendo mucho más positivos que las mejores de las expectativas. Así, Bankinter eleva su beneficio un 59,2 por 100 con respecto al mismo período de 2022; Sabadell alcanza el mayor beneficio de su historia (1.028 millones), con un incremento del 40 por 100; CaixaBank ganó hasta septiembre 3.659 millones, un 48 por 100 más que en los mismos meses de 2022; Santander registra un beneficio récord de 8.143 millones de euros. De forma inminente se conocerán los resultados de Unicaja y BBVA, que previsiblemente seguirán la tónica de sus “colegas”.

    Concluyo, la subida vertical de los tipos de interés durante estos últimos meses ha producido un efecto palanca sobre los beneficios, al ser el margen de intereses el más importante de la cuenta de resultados. Consecuentemente, el impuesto ha sido perfectamente asumido sin riegos para las entidades y se ha realizado una justa redistribución de rentas, cumpliéndose el aforismo de que: “El que gana paga”.

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