El polinizador

07 may 2019 / 16:35 H.

La abeja ya apareció en una pintura rupestre de Valencia hace siete mil años. Hace tiempo que se conoció el genoma del insecto “Apis mellifera” (tercero de un insecto después de la mosca y el mosquito). Según los científicos, la abeja ha construido una de las pocas sociedades complejas que han evolucionado en el planeta (no podemos olvidarnos de su avanzado lenguaje). El polinizador por excelencia es la abeja, de hecho su papel resulta esencial en el ciclo de la vida en la Tierra. Junto a los abejorros y otros insectos, la función polinizadora de la abeja es esencial para la nutrición humana y la conservación del medio ambiente. La abeja es la reina de los cultivos de consumo humano como las frutas y las hortalizas. La abeja despliega una capacidad cognitiva que le permite identificar las flores por el olor, el color y la forma. La abeja puede comunicar su posición mediante una sutil danza y dentro de su estructurada colonia, las tareas principales de las obreras pasan por buscar comida, traerla, cuidar a las larvas y mantener la colmena. Las abejas han acusado la transformación de un hábitat natural degradado que las ha puesto en peligro de extinción. Según los registros históricos que se conocen, las causas habría que buscarlas sobre todo en la exposición abusiva a fertilizantes, pesticidas químicos, plaguicidas y fitosanitarios utilizados contra insectos; en nuevas enfermedades infecciosas (plagas) que se vuelven más resistentes al uso de los plaguicidas; a la competición con las abejas que proceden de explotaciones de apicultura que están desestabilizando el equilibrio natural. El ejemplar fósil más antiguo coincidió con la expansión de las plantas dicotiledóneas y fue encontrado en una mina de ámbar de Myanmar (antigua Birmania) allá por el Cretácico, hace cien millones de años. Las abejas son los polinizadores más antiguos del planeta y las culpables de la propagación del mundo vegetal. Se puede afirmar sin ningún género de dudas que las abejas y las flores han evolucionado juntas hasta pleno siglo XXI, pero por desgracia parece que está cerca su desaparición, lo cual constituye uno de los problemas más graves para un insecto que pasó de mostrar su talento en solitario a exhibirlos en grupo. La jalea real es el manjar de una reina que tiene una vida media de dos años y es la encargada de poner hasta 2.000 huevos al día. El finísimo olfato de las obreras (viven diez veces menos que la reina) que detectan el tipo de compuestos químicos que emiten las flores tienen un sistema de adaptación al aprendizaje y al cambio que abre la esperanza a que podamos seguir contando con su inestimable valía.

El cambio climático y el consecuente cambio en los periodos de floración, lo estamos acusando nosotros los humanos, y los científicos se han puesto manos a la obra para estudiar a través de los insectos encargados de la tarea de polinizar las plantas, a ese grupo numeroso de especies que han desaparecido o que han emigrado a alturas medias superiores (entre 900 y 1500m) donde parece que aumentan las colonizaciones. La primavera se adelanta, el otoño se atrasa, el verano se alarga cinco semanas más que hace cuarenta años. La agricultura intensiva versus naturaleza salvaje, mata las flores (adónde se fueron las rojas amapolas) y apaga el brillo fluorescente de las luciérnagas.