El penúltimo brindis

07 may 2018 / 08:27 H.

Fue en noviembre de 2015 cuando José Enrique Fernández de Moya se tomó la última ronda como alcalde de Jaén en la conocida fábrica de la Imora. Brindó con el zumo de cebada de la tierra con su sucesor, Javier Márquez, a quien dejó las riendas de un Ayuntamiento con más trampas que cartón. Hay tantas historias entre bambalinas desde aquella fotografía para enmarcar que da la impresión de que transcurrió una eternidad y, realmente, apenas distan dos años y, como dice la canción de otro paisano, quinientas noches. Como el turrón, regresó por Navidad, un año después, convertido en secretario de Estado de Hacienda y, fiel a su cita de esos deseados viernes, volvió el año pasado para no perder la costumbre. La cerveza más especial propició el reencuentro entre el antecesor y el heredero y, desde entonces, si te he visto no me acuerdo.

Al grano. De todos es conocida la amistad que une a José Enrique Fernández de Moya y a Javier Márquez desde aquellos tiempos de la Universidad. Si uno está ahí es porque el otro le puso en bandeja estarlo. También trasciende a la opinión pública que lo cortés no quita lo valiente y que, aunque existe cariño y respeto mutuos, tienen estilos diferentes, discursos distanciados y talantes tan dispares como la vida misma. Un ejemplo: el sexto alcalde de la democracia dijo que nunca se subirá al tranvía y, el séptimo, lo primero que hizo cuando cogió el bastón de mando fue inmortalizar el momento en el trazado viario que atraviesa su ciudad. El caso es que el secretario de Estado se fue a Madrid y, aunque hay quienes dicen que maneja los hilos del Ayuntamiento y del partido al que representa, lo cierto es que el máximo dirigente municipal en la actualidad no se deja y exterioriza, quizás sin pretensiones, una forma diferente de hacer las cosas. Sorprendió la presencia de la delegada del Gobierno andaluz en Jaén, Ana Cobo, en su toma de posesión, un guiño interesante a alguien que promueve un diálogo entre administraciones que se había dado totalmente por perdido. Al principio del relevo sí eran más constantes las comparecencias públicas entre José Enrique Fernández de Moya y Javier Márquez. Sin embargo, son escasas las ocasiones que, en los últimos meses, se ven las caras oficialmente. Con los dedos de una mano se pueden contar, y sobran. En octubre estuvieron juntos en su visita a la Agencia Tributaria de Jaén, un mes después mantuvieron una reunión en la madrileña calle de Alcalá, coincidieron en la inauguración del Museo Íbero de Jaén y, por último, brindaron por Navidad con la cerveza especial de Cruzcampo. En su entorno ven que cada vez hay mayor distanciamiento entre el maestro y el discípulo y, ante la proximidad de unas elecciones municipales, hay perspectivas de dejar aparcada esa imagen de desapego político. El secretario de Estado de Hacienda y el alcalde de Jaén preparaban un acto público en amor y compañía para dejar constancia de que hay buena lid y para reconocer la espinita clavada que tiene José Enrique Fernández de Moya: su apuesta y trabajo constante por mantener a flote el barco a la deriva en el que se ha convertido el Ayuntamiento de Jaén. Todo en política es variable de la noche a la mañana, pero las fuentes consultadas aseguran que la aprobación gubernamental de la Estrategia de Desarrollo Urbano Sostenible Integral (DUSI) era la excusa perfecta para esa reaparición pública que, como los toreros, el público de la plaza echa en falta y que finalmente no se va a producir. Javier Márquez es, oficialmente, el candidato del Partido Popular a la Alcaldía de Jaén. Es el momento de cerrar filas en torno a él y despejar dudas. Habrá más brindis.