El peligro de los extremos

21 oct 2018 / 11:15 H.

E l auge de los partidos de extrema y populistas en el universo político es una realidad evidente. Ejemplos como Le Pen en Francia, Berlusconi en Italia, Strache en Austria, Gil en España y, el más reciente, de Bolsonaro en Brasil, son ejemplos evidentes de que este tipo de agrupaciones políticas siempre han existido y existirán. Ya ni los suecos, que son ejemplo habitualmente de cordura, se libran y tienen en el SD su particular grupo ultra con muy buenos resultados en las últimas elecciones. Los extremos se suelen identificar casi siempre con la derecha, pero no olvidemos los estragos que la izquierda extrema hizo durante décadas en países europeos del Este, empezando por la antigua URSS, y pasando por Polonia, Rumanía o la República Democrática Alemana, entre otros, o la difícil situación que regímenes populistas de izquierda están haciendo pasar en Latinoamérica a habitantes de países como Venezuela o Nicaragua. Si la democracia se basa en que el pueblo decide con sus votos a los que nos gobiernan, algo mal, muy mal, están haciendo, han hecho y seguirán haciendo los políticos actuales para que, de vez en cuando, temblemos de miedo tan solo de imaginar lo que nos puede venir encima en forma de gobernantes.