El ojo puesto en la barrera

29 dic 2018 / 11:57 H.

Es esta una Navidad atípica, con los políticos en Andalucía ganándose el jornal a destajo, con dieta blanda y ojeras de trasnochar. Tanto ganadores como perdedores tienen el cuerpo destemplado y por motivos diferentes buscan un hueco en las cuadrillas. La gran inocentada del año se adelantó, nos cogió a todos sacando el belén y el árbol de Navidad del trastero, y ahora quedan unos con otros, viejos aliados con nuevos enemigos, para compartir mantel e intercambiarse contactos. Una vez consensuado el acuerdo de intento de gobierno entre Partido Popular y Ciudadanos, queda constituida una nueva Mesa del Parlamento, que estará presidida por la ciudadana Marta Bosquet y que sirvió para poner en marcha el cronómetro de una nueva legislatura en la que el gobierno de los “Aznar boys” —ocurrencia podemita, creo— acaba con el imperio del puño y la rosa. Punto de inflexión, año cero o momento histórico, tras diez legislaturas con el acento socialista en la galaxia de la Junta de Andalucía. De pronto se siente Moreno Bonilla como un yedi dispuesto a librar la última batalla contra su imperio del mal, el lado oscuro socialista. La princesa Leia en el papel de nueva parlamentaria andaluza, Maribel Lozano, curtida en eso de arrebatar el poder a la izquierda desde el planeta tosiriano. Aunque, a ciencia cierta, Bonilla no sepa cómo se comportará el resto de los que le acompañan en un viaje galáctico de dudosa duración, y ya puestos cuánto le durará el sable de luz ante una “oposición” socialista que, de momento, y de cara al público, no afea conducta alguna a una Susana Díaz en funciones de presidenta, que no de lideresa socialista. Los tapados de VOX mantuvieron un perfil bajo durante las semanas precedentes, como si con ellos no fuera la cosa, pero una vez consensuada la escenografía, el “pacto de la vergüenza”, según marca registrada por el PSOE, tendrá que materializarse y ya ponen apuntes a pie de página. Javier Ortega Smith, como secretario general de VOX, toma nota y sostiene, displicente, como el que tiene cogido al toro por los cuernos, que no tienen intención alguna de participar en el Gobierno de la Junta. Todo desde la barrera.

De momento, Moreno Bonilla, aunque en condición de presidente en la sombra, ya anuncia sin pestañear que los doce parlamentarios de la formación de ultraderecha serán fundamentales en la toma de decisiones. Dar cera, pulir cera. Ciudadanos, sin embargo, delega en el PP porque quieren separarse lo máximo posible de un agua que tendrán que beber sí o sí. Codo con codo, por más que utilicen profilácticos mentales y circunloquios para evitar nombrar a ese partido con marca de diccionario. Es cierto que Albert Rivera, apalabrado el cambio, desapareció de Andalucía, en estrategia similar a un Pablo Casado que todavía se pregunta cómo ha podido salir todo tan bien y si en esta lotería política agotó su fortuna o estará tocado para otro cambio a la vuelta de la esquina. Pedro Sánchez, por su parte, como secretario general del socialismo patrio, mira la cabalgata, mientras los barones le tiran de la chaqueta para saber si tendrán ellos también carbón o tenían que haber confiado más en un Papá Noel que no tiene dobleces y regala sin cara B. Ante este panorama cabe preguntarse, en clave andaluza, cómo será este gobierno sin autor intelectual, escrito a varias manos, como los poetas surrealistas y sus cadáveres exquisitos, esas creaciones en las que cada uno aporta su idea en el papel y luego el conjunto será lo que tenga que ser. El debate de investidura se plantea para después de Reyes, el 16 de enero, antes el PP tendrá que tocar la tecla sensible de VOX para asegurarse, con alguna concesión en forma de presente, sus votos para poder formar gobierno. Unas conversaciones que, a tono, con lo que fueran las elecciones, se dirimen en el ámbito nacional. El belén está montado y los personajes, con el “caganer” incluido, los ponen otros.