El nuevo terrorismo

13 ago 2017 / 10:51 H.

A todos nos gustaría que los ochenta millones de visitantes que este año nos visitarán fueran de calidad excelsa. Por desgracia parte de ellos vienen a desahogarse en borracheras y actos que en sus países de origen están mal vistos. Buscan alojamiento barato, muchas veces ilegal, en zonas de bullicio que consiguen convertir en problema lo que debería ser motivo de descanso y ocio compartido. Junto a esa rémora, que se deberá regular, la mayoría buscan la belleza de nuestro litoral, nuestro sol, nuestra oferta gastronómica, nuestros bienes culturales atesorados en museos y monumentos, nuestro paisaje rural y el ahora llamado turismo de salud instalado en decenas de balnearios de aguas milagrosas. No hay país en el mundo que albergue tan variada oferta que además de recaudar ochenta mil millones de euros contribuye aunque sea de modo precario a reducir el paro durante el estío en unas cuantas decenas de miles de desocupados. Y esto, los que siempre se oponen a todo, lo quieren dinamitar creando plataformas que bien podrían calificarse de terrorismo antiturismo que además se mezcla como ocurre en Cataluña con el problema secesionista. En este país la historia nos enseña que nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos que en un alarde de idiotez congénita intentamos buscar gatos con tres pies. Si algo funciona y da prestigio no tenemos razón de ser pensarán esos descerebrados. Busquemos la forma de destruirlo. Mientras un concejal de la CUP admite tener un piso ilegal que alquila para pagar una hipoteca. Haced lo que yo os diga pero...