El muro de Adriano

18 sep 2017 / 10:50 H.

Las probabilidades de que hoy escriba de Cataluña son mínimas. Me he propuesto no decir una sola vez la palabra “desconexión” y mucho menos “independencia” o “referéndum”. Ni siquiera haré referencia al concepto ‘Gobierno o entidad que salga votado de ese asunto interno de Spain’ que es con quien dice la antigua presentadora de Fox, y actual portavoz del Departamento de Estado de Trump, que va a hablar su jefe cuando finalice el asunto en cuestión. Y no es por pereza o falta de conocimiento. De hecho, me estoy volviendo lista –no sé si lo he repetido en alguna que otra ocasión– y podría disertar, si yo quisiera, durante horas, lúcidamente, de temas importantes como el que nos ocupa. Podría contar cómo el PP aprovechó su habitual utilización del Poder Judicial como una tercera instancia del juego democrático, para recurrir 30 artículos del Estatuto catalán que previamente habían sido aprobados con idéntico texto en el andaluz. También sacaría a relucir la diabólica facultad del Gobierno Central de utilizar los sentimientos más telúricos, las emociones más primarias y pegadas a la tierra de un territorio de este pluripaís (que no nombraré porque me he prometido no hablar hoy de Cataluña), como efecto pantalla de una red de corrupción política vinculada al Partido Popular (red que sí nombraré: Gürtel) y que funcionaba principalmente en las comunidades de Madrid y Valencia. Pero ya digo que he decidido no inmiscuirme en el multiverso catalán por dos razones: Una, por postergar toda mi sabiduría sobre la cuestión catalana a momentos más eficaces y menos suicidas. Y otra, por intentar metabolizar psíquicamente la aparición estelar de Trump en este contumaz guiso que ya venía recalentado a fuego lento por los insólitos Assange y Pérez Reverte. Es mi deseo, por tanto, desarrollar todo mi potencial intelectual aprovechando este espacio jaenero, no para parlamentar del procés, sino del Muro de Adriano.

Quizá les interese saber que allá por el año el año 122 de esta era ya casi extinta, los romanos comenzaron a construir en la tierra de Britannia el muro de Adriano para proteger esta zona del Imperio, hasta hacía poco, inexplorada y salvaje, de los saqueadores bárbaros y establecer puntos aduaneros fortificados para poder cobrar tasas e impuestos.

Bien es cierto que 20 siglos después poco o nada ha cambiado. El miedo y el dinero siguen estrechando el círculo de nuestras vidas cubriéndolas de alambradas, concertinas y trazos en un mapa que distancian a las personas. Tanto es así que hoy en día en el planeta existen 60 muros que suman más de 40.000 mil kilómetros frente a los 16 que había cuando cayó el de Berlín en 1989. No contentos con los muros físicos para separarnos de todo aquello que nos da miedo, como el terrorismo, la pobreza y lo diferente; hoy, igual que hace 2000 años, seguimos creando muros ideológicos, aunque muy reales, que son las religiones y las fronteras. Estamos convencidos de que nuestro mundo global es inseguro. Lo vemos en las noticias a diario y estamos dotados por la naturaleza para reaccionar a ello. Esto es un hecho del que los grandes productores de contenido informativo son perfectamente conscientes; nuestro cerebro reacciona ante el peligro, deja todo lo que esté haciendo y presta toda su atención al alien orwelliano que vemos sentado dentro del televisor mientras almorzamos. Aun así, parece que nunca llegamos a ser conscientes de que el miedo acarrea en realidad un 99,9 por ciento de falsos positivos y la vida actual está constantemente provocando respuestas que nos separan y que nos inhiben. Pero no se nos ocurre trata de pensar de otro modo las cosas, palparlas de otro modo, abandonar las palabras que las usan o acudir a las palabras que las cantan.

Por supuesto, nuestro umbral global de separación es utilizado como un arma poderosa para limitar nuestras miras, para caer en la trampa del desconocimiento, el alejamiento y la desconexión. Perdón, dije que no iba a usar esta palabra. Se me ha escapado... A cambio, no he hablado de que una de cada diez familias españolas tiene que pedir préstamos para llegar a fin de mes.