El militante 9.842

22 may 2017 / 11:00 H.

La familia y el partido, el partido y la familia. Es una máxima que José Enrique Fernández de Moya Romero (Jaén, 1969) repite en los discursos políticos impregnados de una importante carga personal. Amigo de las fechas y enemigo de las casualidades, siempre busca en el tiempo un motivo para recordar. El 7 de octubre de 2000, en la onomástica de la Virgen del Rosario —el nombre de su esposa—, fue elegido presidente provincial del Partido Popular de Jaén. Fue en un congreso tranquilo, celebrado muy cerca del que se produjo ayer —en la Institución Ferial—, al que llegó como único candidato después de que su contrincante en los prolegómenos, Antonio Rodríguez, diera un paso atrás forzado por la falta de avales. Eran otros tiempos. El reglamento de una disciplinada fuerza política obligaba a los aspirantes a dirigirlo a llegar a la cita congresual con los deberes bien hechos. La democratización interna era harina de otro costal y los quebraderos de cabeza no se centraban en las votaciones.

Cuatro años después se abrió la reelección y, aunque hubo otro aspirante a la sucesión, de nombre Javier y de apellido García, tampoco se desengrasaron las urnas por el mismo motivo que el anterior. En 2008, la historia se repitió con Juan Pizarro. Nuevo intento fallido para conquistar la presidencia. Fue en 2012 cuando José Enrique Fernández de Moya encontró el camino más allanado que nunca, sin perro que le ladrara en el preámbulo del siempre temido cónclave provincial. La única vez que el Partido Popular se enfrentó internamente en unas urnas fue con Miguel Sánchez de Alcázar como protagonista. Él, que lideró el partido entre 1993 y 2000, fue el único que tuvo, realmente, un rival. Juan Pizarro, apoyado en Alfonso Sánchez y Juan Lillo, firmó su candidatura en un cartón de Ducados y se enfrentó al entonces presidente en unas elecciones en las que perdió. Y un apunte más. El eterno Gabino Puche Rodríguez-Acosta fue presidente en Jaén entre 1989 y 1993. Tan solo le salió un contrincante, el carolinense José Rodríguez, pero se retiró el mismo día de la votación.

Lo que ayer vivió el Partido Popular en el Hotel HO fue histórico. La división entre las candidaturas de los alcaldes de Porcuna y de Santisteban del Puerto se mascaba dentro y fuera de un plenario en el que no llegó la sangre al río por aquello de la educación. A Juan Diego Requena, mediante el sistema tradicional del sorteo de la moneda, le tocó el primer turno de una intervención políticamente correcta con repetidas llamadas a la unidad perdida. Cerró Miguel Moreno con un discurso cañero en el que no dejó títere con cabeza y, a las claras, enrojeció a más de uno y de dos. El resultado: los militantes votaron el 27 de abril al alcalde de Porcuna y los compromisarios escogieron al de Santisteban del Puerto el 21 de mayo. Incongruente y, sin embargo, previsible.

El caso es que José Enrique Fernández de Moya, después de dieciséis años de liderazgo del Partido Popular en Jaén, con sonoras victorias y remarcadas asignaturas pendientes, se despidió como nunca había soñado. Quienes están a su lado proclaman que, después de las horas, el esfuerzo y el sacrificio demostrados en el seno de una organización política con fuerza en la provincia, merecía una salida por la puerta grande que no tuvo. Un dato: es presidente de honor con 435 votos a favor y 240 en contra. Ni uno más, ni uno menos. Terminó el XII Congreso Provincial más difícil de la historia del partido azul y empezó una etapa complicada con nuevos protagonistas. Al militante 9.842 solo le queda decir “gracias” y tender la mano para coser las heridas.