El lenguaje de los políticos

29 ene 2019 / 12:00 H.

Emilio Castelar y Manuel Azaña, entre otros, fueron dos políticos reconocidos en la historia, entre otras cosas por su oratoria y buen uso del lenguaje político. Más recientemente, Adolfo Suárez y Felipe González fueron políticos, que con un inteligente don de la palabra, supieron elevar el nivel y la autoridad moral de nuestra democracia. Nunca utilizaron descalificativos personales, ni insultos torticeros en su labor de gobierno y en la oposición. Justo lo contrario de lo que estamos acostumbrados a ver en los últimos tiempos por parte de nuestros líderes políticos.

Escribo este artículo precisamente, porque llevo meses preocupada por el tono bélico que está adquiriendo el discurso político en los últimos tiempos. El tono constantemente amenazante que utiliza el nuevo PP de Pablo Casado y los líderes de la derecha llega a menoscabar la esencia misma de la democracia. Hace unos meses en el Congreso de los Diputados, Casado acusaba a Pedro Sánchez de ser “responsable de un golpe de Estado”, el presidente del Gobierno le instó entonces a retirar esas palabras, pero él se negó y se rompieron las relaciones institucionales entre partidos.

Ese nuevo himno del PP que acaban de inaugurar en su conferencia política, con una melodía épica que a mí me recuerda la Guerra de las Galaxias, acompaña toda una retahíla de calificativos injuriosos que evocan un pasado bélico reciente de la historia de España, que deberíamos tener desterrado en nuestro horizonte democrático. Ciudadanos y Vox tampoco se quedan atrás y, entre todos, están embadurnando el discurso político, hacia límites que vulneran los principios y la decencia misma de la democracia. No se puede hablar de “golpe de Estado” para hablar de la situación de España, porque no se ha producido tal hecho, ni de “reconquistar España”, como si estuviéramos en una batalla campal. En esta semana he escuchado, además, frases como: “Luchar por la supervivencia de la sociedad”, “defender las gestas y las hazañas de nuestros héroes nacionales”, “guerra a la inmigración ilegal”, “no a la invasión migratoria”, “yhiadismo de género” e incluso “Kale Borroka” para dirigirse a una manifestación de mujeres. En el libro “La lengua del Tercer Reich”, Victor Klemperer, explica bien cómo los políticos manipulan y pervierten el lenguaje, y se demuestra que ninguna sociedad permanece ajena a ese peligro. Una profesora de la Universidad de Málaga, Susana Guerrero, experta en lenguaje, dice que el lenguaje bélico se usa por persuasión y, a veces, para manipular y crear un ambiente de pánico y terror. El lenguaje político puede utilizarse de muchos modos. Con corrección, precisión, respeto y riqueza léxica. Pero también de modo insultante y calumnioso para generar ese miedo que a algunos le resulta rentable. En este último caso, el lenguaje no propicia el diálogo, el entendimiento y el pacto, que son los pilares de la democracia. Si nos preocupa nuestro modelo de convivencia, deberíamos empezar por respetar sus principios esenciales, como el respeto al adversario político, el respeto a las ideas del otro, aunque sean diferentes, el derecho de todo el mundo a opinar, el respeto a las minorías y sobre todo debemos exigir el respeto a las reglas del juego democrático sin insultar a nadie. A mí, al menos, me ofende cada día más este lenguaje político bélico. Un poco de inteligencia, de respeto y de altura de miras, por favor.