El espíritu Reina

16 feb 2018 / 09:25 H.

No se va a descubrir nada nuevo si se dice que no todos los futbolistas tienen las mismas condiciones anímicas, amén de que tampoco son iguales en sus cualidades futbolísticas. Nadie puede exigirle a otra persona que dé más de lo que tiene. Sin embargo, en esto de la actitud, sí parece que siempre se puede pedir un esfuerzo más cuando las circunstancias lo exigen. Y a los jugadores del Real Jaén les llegó ese momento de darlo todo, sin reservas, durante cada minuto de cada partido. La prueba del próximo domingo es muy importante, no ya porque el rival sea el líder aventajado del grupo, sino porque, tras las dos últimas derrotas, no del todo justificadas, se impone un triunfo para poder seguir manteniendo las posibilidades de jugar el “play-off”.

La historia del Real Jaén está cuajada de nombres de jugadores con un espíritu ejemplar. El más conocido y entrañable de todos es Juanito Reina. Su entrega llegaba a límites insospechados. Llevaba los colores del Real Jaén en su corazón y también llevaba su responsabilidad como profesional, porque igual tenacidad demostró en los demás equipos en que militó, siendo siempre ensalzado por esa integridad tan intensa. Podría mencionar a docenas de jugadores que fueron simbólicos y admirados por su afán de servicio al club blanco, como Blas Machado, Arregui, Cerrillo y muchos más, hasta llegar al más reciente de ellos, Óscar Quesada. Lo que más duele y menos perdona la afición es saber que su equipo ha perdido porque fue superado en ganas, en entrega y en pundonor por un rival inferior sobre el papel.

Insisto, el partido del próximo domingo es muy importante. No digo que sea decisivo ni definitorio para las aspiraciones que aún, con mucho fundamento, se mantienen. Pero sí es una ocasión para que quienes salten al terreno de juego para defender los colores del Real Jaén lo hagan pensando en la responsabilidad que tienen de darse por entero, disputando cada balón sin darlo por perdido. Si así se hace, la afición no reprochará el resultado que pueda darse, aunque lógicamente apuestan por un triunfo blanco. Pueden estar seguros los jugadores de que no les va a faltar el apoyo incansable e inquebrantable de los graderíos. Debe notarse que equipo y afición están unidos por un mismo objetivo. Y unos y otros deben entender que en fútbol, y en todo, hay que saber ganar o perder con honor. Con la cabeza alta.