El duelo en BCN Corral

06 sep 2017 / 11:29 H.

Hoy miércoles es el día. Al menos eso se ha anunciado. Las huestes de Puigdemont, Junqueras, la CUP y asociados tienen pensado inocularse la locura final en forma de ley “ilegal” mientras que los oficiales gubernamentales con Rajoy y su gobierno al frente han de hacer frente al desafío. Todo un duelo al más clásico estilo del “OK Corral” pero en terrenos antaño pertenecientes al histórico reino de Aragón.

La rencilla, es obvio, viene de lejos. La enajenación de algunos, también. Dicen los esforzados agricultores que cuando a las malas hierbas no se les aplica el correspondiente “abono” para que sucumban, estas inundan los terrenos y ponen en peligro las cosechas. A alguien le parecerá abominable esta comparación, pero ¿no se trata de eso precisamente? Cuando los gerifaltes de una parte del Estado, Cataluña, se empeñan reiterada y empecinadamente en estrangular la legalidad, en asaltar inalcanzables utopías sin el más mínimo rubor y usando para ello cualquier medio, mentira o falacia incluidos, es tiempo de que los ciudadanos que no comulgan con semejante dislate alcen la voz. Y no solo los aplastados por la mayoría gobernante.

Consejeros, periodistas y gentes varias han sido defenestradas de sus puestos por opinar diferente. Se prometen normas que indultarán a todos los que han conculcado la ley para elevarse al cielo de la independencia. Los jueces habrán de someterse al poder político. Se ignoraran las prohibiciones del TC. No se pagará la deuda al Estado... ¿es todo esto propio de una sociedad adulta y democrática?

Quizá lo sea para quienes, desde la escuela, han sido sumergidos en la vorágine de la adulteración de historias y verdades, cuando no en el odio, pero para una mente abierta a la realidad de este siglo todas esas fantasías son peligrosos tickets hacia horizontes totalitarios. (Lamentable, por cierto, el episodio de hace unos días con la Consejera de Educación catalana incapaz de hilvanar tres frases seguidas en castellano). Urgen las medidas que instalen la sensatez y la legalidad constitucional sobre la mesa. Diríase que los tiempos de la negociación y el diálogo pasaron sin éxito alguno. Es la hora de los hechos.