El día después del pacto

01 ago 2017 / 11:11 H.

La semana pasada, la Subcomisión del Pacto de Estado en materia de violencia de género creada en noviembre de 2016, aprobaba por unanimidad el informe elaborado con las conclusiones y propuestas de acción. Los medios lo han acogido como un pacto histórico, probablemente ante la falta de noticias positivas sobre otros pactos tan importante como éste, que no terminan de llegar sobre pensiones, fiscalidad, política de empleo, etcétera.

Bienvenido el Pacto de Estado en materia de Violencia de género, aunque hay que recordar que no es la primera vez que se consigue un pacto sobre este tema y que no terminará con el problema de las víctimas mortales, que tanto nos preocupan cada vez que asesinan impunemente a una mujer. Aunque algunas de las medidas que se proponen pueden mejorar la situación de las víctimas, nada cambiará si no existe la conciencia social, ni el presupuesto suficiente para desarrollar las políticas públicas que la Ley integral contiene. Cuando Zapatero decidió que la primera ley que aprobara su gobierno sería una ley integral contra la violencia de género como así fue, lanzó un mensaje claro a la sociedad: la violencia de género es un problema social grave y hay que resolverlo de manera integral con todos los instrumentos del Estado de Derecho. Eso es lo que recoge la Ley 1/2004, que tan buenos resultados ha generado y lo que nos ha permitido llegar hasta aquí. Pero cuando hablamos de violencia machista hoy no hablamos sólo de normas. Las normas están y son necesarias, pero tan importante como los cambios normativos, es actuar contra las causas que genera esta violencia, que no son otras que la desigualdad y las discriminaciones por razón de sexo que perviven nuestra sociedad. El último barómetro del CIS nos dice que solo el 1,7% de la sociedad considera la violencia de género como un problema grave. Es decir que a la inmensa mayoría de la sociedad le parece nada grave el asesinato de una media de 60 mujeres cada año y que otras cientos de miles sufran violencia cada día. Este bajo nivel de concienciación social que no ha dejado de decrecer, tiene que ver con las escasas medidas de sensibilización que se están llevando a cabo y el déficits en políticas públicas de igualdad de los últimos años . No se justifica que en sociedades que avanzan con generaciones más jóvenes, socializadas en una mayor igualdad, la violencia de género siga siendo una realidad tan grave como palpable. Se debe presuponer que en sociedades más igualitarias la violencia de género es menor. ¿Que está pasando entonces?. La realidad social se modifica con políticas públicas de todo tipo, como la Ley integral contemplaba y no podemos relajarnos en ninguno de los ámbitos donde se tiene que operar, desde la educación y los medios de comunicación, hasta las medidas sociales o punitivas. Es imprescindible hacer seguimiento del millonario presupuesto con el que el desarrollo de esta Ley contaban por parte del Estado y los exiguos millones con los que se cuenta ahora. El principal Pacto de Estado tendría que ser por tanto presupuestario y de interés por mantener la violencia contra las mujeres en el centro de la agenda pública. No sé si tendrá que ver, pero España ha pasado de estar entre los 20 países del mundo más igualitarios, a ocupar un lugar por debajo de los 25. Estos ranking nos deberían llevar a seguir peleando por un modelo social.