El cuchillo entre los dientes

03 ene 2019 / 10:38 H.

Con el nuevo año preparamos mentalmente una lista de propósitos y enmienda para los próximos doce meses. Ojalá se cumplan. Nada vale, sin embargo, si no se pone en marcha antes un honesto acto de contrición. El panorama no pinta como quisiéramos. Ojo al revanchismo y a todos aquellos que se piensan adanes... Me gustó mucho escuchar de Pedro Sánchez el otro día que ha hecho más en 7 meses que Mariano Rajoy en 7 años, y es verdad, la batería de medidas sociales y reformas propuestas a todos los niveles es espectacular, el esfuerzo está siendo inmenso. El Gobierno realiza una labor encomiable, lástima que sea desde la precariedad y con la espada de Damocles de unos comicios apuntándole continuamente. Y porque no le dejan más, imagino. La subida del salario mínimo es una de ellas... Lo que no sé yo es si la gente aprecia esto. Antes de que se iniciaran los atracones navideños, a los que hemos sobrevivido con algún kilito más, de los que ya afortunadamente quedan pocos, o ninguno, según se dé el caso, conversaba con un amigo sobre el problema del abstencionismo progresista que ha asolado Andalucía en las pasadas autonómicas, a propósito de la aclamada película Roma, del mexicano Alfonso Cuarón. Bueno, ya se sabe, comenzamos comentando la peli y terminamos hablando de Vox. El caso es que la izquierda necesita constantemente definirse y redefinirse en función del espacio que le deja la derecha, que se acopla a los tiempos y a los vientos —llámense neoliberales— de aquello que permite la magnanimidad o miseria del pensamiento económico hegemónico, y que actualmente se encuentra en entredicho el concepto de socialdemocracia, ese que abandera el PSOE, y que Podemos reclama para sí también, con mucha menos de credibilidad, por razones evidentes. ¿Por qué la gente no vota, cuando lo que se pone en juego son políticas sociales? Ahora la derecha va a meter la tijera en problemas endémicos, extirpándolos como si no existieran, como por ejemplo el tan denostado PER (aunque se llama Plan de Fomento del Empleo Agrario), esa red de ayudas a los trabajadores y clases menos pudientes, que va a caer de la mano de nuestro bien amado Juanma Moreno Bonilla, en coalición con Ciudadanos, y apoyados tácita y no tan tácitamente por la ultraderecha. Atención al “juanmismo”... Es solo un ejemplo, quizá de los más punteros y señeros, de lo que se nos avecina. Precisamente las clases trabajadoras y menos pudientes votaron el 2 de diciembre a Vox, apoyando un discurso demagogo e incisivo, mano dura y menos sopa boba. Los que no votaron y se quedaron en sus casas, sin aparente preocupación, es esa mayoría de izquierdas que se duerme en los laureles, profesiones liberales y amplias clases medias, que han erigido históricamente a Andalucía como un bastión socialista. Desde diferentes instancias se critica —me produce estupor— el hastío que 36 años monocolor producen, como si hubiera habido una dictadura, no se hubiera ganado legítimamente en las urnas elección tras elección, la gente fuera tonta, o no supiera lo que hace. Vienen con el cuchillo entre los dientes y, aunque todavía no se escuchan los lamentos, se escucharán. Al menos, como consuelo, los augurios pronostican una toma de conciencia que sacudirá las urnas en las próximas elecciones, porque habrá una reacción. Nunca es tarde, desde luego, si la dicha es buena. Así que toca esperar.