El comisionismo

06 feb 2016 / 10:20 H.

S egún el Diccionario, comisionista es la persona que vende productos y mercancías a cambio de una comisión en los beneficios, ejerciendo, por tanto, la condición de agente comercial, actividad recogida en el Código de Comercio de 1885 (Título III, Sección I). Hoy, esta palabra ha ampliado sus acepciones por el uso que se le ha dado a lo largo de la Historia. En sus orígenes, la comisión se confundió con las prebendas y privilegios que reyes y nobles daban a los súbditos o vasallos que mejor les servían, existiendo numerosos ejemplos, estando entre los más notables el de la Reina Isabel de Inglaterra que recibía la comisión de piratas y corsarios que se apoderaban de las riquezas de otras naves y el de Francisco de los Cobos, nuestro paisano ubetense y secretario de Carlos V, que la recibía sobre el oro proveniente de América, por los buenos servicios que prestaba al Emperador. Se podría decir, pues, que existen dos clases de comisiones: las legales practicadas por los agentes comerciales o las derivadas de actividades mediadoras que llevan incluidas y explícitas tantos porcentuales o cantidades previas, recogidas en las leyes. En tal sentido, el periodista Gregorio Morán en su libro “El precio de la Transición” (Planeta, 1991) señala a Juan Carlos I como el “mayor comisionista del país”. Su mediación en actividades como los ferrocarriles árabes y asiáticos u otras grandes obras llevaban implícitas unas jugosísimas comisiones (en tal caso el paralelismo con el diputado Pedro de la Serna es evidente ya que éste afirma que cumplía los requisitos legales en cuanto a incompatibilidades). Pero las comisiones legales (que no morales) se confunden, en bastantes ocasiones, con las ilegales que han sido ejercidas por numerosos personajes del ámbito político con grandes responsabilidades y tan conocidos como Rato, Blesa, familia Puyol Ferrusola, Jaime Matas, etcétera, etcétera. Al ser tan numerosos y prominentes se podría crear una nueva titulación universitaria que fuera la de Comisionista pues se cuenta con numerosos doctores, algunos de ellos “honoris causa”, con los que bastantes universidades españolas y extranjeras se “honraron” (ahora no). Mientras esto lo aprueba el gobierno, podría dictarse la ley que obligara a incluir las asignaturas de Didácticas de las Comisiones en todas las disciplinas del saber universitario: Didáctica de la Comisión en Matemáticas (que podría ser por monomios y polinomios utilizados), en Lengua, en Ciencias.

En el momento de creación de la nueva titulación, que sería obligatoria en todas las universidades españolas, se contaría ¡seguro! con un gran elenco de aspirantes a catedráticos a los que no habría que someter a oposiciones pues con los méritos que presentarían a muchos se les concedería automáticamente la cátedra. Esto tan sólo sería el penúltimo paso necesario para la creación a nivel nacional de un Consejo Superior de Investigaciones Comisionísticas que nos pondría en el merecido puesto de ser los primeros de todos los países del mundo. Animo, pues, a todos los rectores y claustros universitarios de España a exigir, al nuevo ministro responsable, la titulación que ocuparía a gran parte de nuestros jóvenes parados.