El bolígrafo
vacío

29 ene 2019 / 12:00 H.

Me ha contado una de mis hijas en varias ocasiones, que su maestro perfecto es don José Garrido Liébana, y tengo que añadir que opino exactamente igual. Uno de los detalles que para cualquier alumno pasaría desapercibido, a ella le llamaba mucho la atención: no tiraba un bolígrafo hasta que no estaba vacío. Sin pretenderlo don José les daba la mejor lección de lo que es la honradez. No porque los materiales nos sean dados o porque esté en nuestras manos gestionar unos recursos que han venido del sacrificio de los contribuyentes podemos malgastarlos y utilizarlos para nuestra propia imagen y conveniencia. A partir de aquí busco información sobre ciertas obras que se han ido haciendo estando próximas algunas elecciones o que simplemente han ido dando frutos en algunos bolsillos, de lo contrario, jamás se entenderían. Lo dicho, con mis impuestos se ha construido, por ejemplo, en una pedanía de menos de cien habitantes una pista de esquí seco sobre un monte quemado, algo que es totalmente ilegal. Su coste ha sido de doce millones de euros. Y así podíamos seguir con otros muchos. Dicho sea de paso, nuestro tranvía, que duerme el sueño de los justos. Sigamos el ejemplo del bolígrafo vacío.