El asesino Franco

07 nov 2018 / 11:17 H.

Desde la simpleza del ser: nadie está por encima de nadie. Desde este contexto, cuanto continua, simplemente, es una visión respetuosa, libre-opinante, del triste periodo de la historia reciente del país de las Españas en donde en julio de 1936, da comienzo el golpe de Estado con una sublevación militar destinada contra el legítimo Gobierno de la Segunda República nacido de las elecciones generales del 16 de febrero de aquel mismo año. La no fraguación total del golpe de Estado dimanó en la Guerra Civil y, derrotando a la República, a la instauración de la dictadura, vigente hasta el año 1975. Por la gracia de Dios y, por encima de él, el llamado caudillo, infringiendo e infligiendo, desde su comienzo totalitario hasta su muerte siguió desarrollando su régimen: siendo porque así fue y es recordado, por millones de españoles y muchos foráneos, como un pequeño hombrecito con mucha mala leche que hizo pantanos, escuelas, viviendas, carreteras... y, cómo no, en el imaginario colectivo, por encima de todo destaca, como un gran asesino: el mayor de todos cuantos han existido en el oscuro periodo histórico de este país, que va desde el año 1936 al 1975. En muertes, solo desde el año 1936 al 1943, este diabólico hombrecito de misa diaria y fiestas de guardar asesinó a 150.000 personas y atemorizó durante 4 décadas a millones de españoles que no comulgaban con su dictadura fascista.

Hoy, 43 años después, un fuerte debate entre los poderes, contagiando al pueblo, quiere reubicar la tumba de aquel perturbado hombrecito de mucha mala leche: el asesino Franco, que está muerto y mal enterrado. La grandiosidad de la historia contemporánea es que puede ser revisada y reescrita “in situ” por las personas sencillas que la viven y la sufren, o bien contarla de abuelos a nietos ya que de no ser así ésta se convertiría en una perpetua tortura generacional sobre la que no se haría justicia y no resarciría todo el daño y dolor provocado a las inocentes víctimas. En consecuencia, el debate debiera ser brevísimo; como está mal enterrado, por lo que supuso, por respeto a la historia, cabe enterrarlo bien. Y este país de las Españas podría situarse a la vanguardia sufragando y construyendo por su Estado un cementerio para tiranos: re-enterrando al asesino Franco en éste.