El arte de ser juez
y parte

03 feb 2018 / 11:16 H.

Cuentan por ahí como leyenda urbana, que hubo alguien que se atrevió a decir que “la justicia es un cachondeo”. Condenado por desacato y absuelto de ese delito, este héroe del siglo pasado entró al talego en 2014 por corrupto. La gente dice que tarde o temprano quien la hace la paga, así es la ley y así son los jueces. Todos tienen razón, el cachondeo no entra en los palacios de justicia, solo tienes que ver las caras de letrados, fiscales, reos y demás comparecientes cuando al estrado de la Sala sube en persona la justicia. La seriedad que embarga con lentitud cada paso que la legalidad conlleva, transpira desde el primer momento que cruzas el detector de metales. Nadie que forme parte de cualquier proceso y esté citado por diligencia guarda para el día del juicio la mejor de sus sonrisas. De qué le va a servir, si la justicia es ciega. Y esa es su mejor garantía, por eso últimamente hemos visto declarar en juicio desde titiriteros hasta al mismísimo Rajoy. Pleitos tengas y los ganes, cuentan por ahí, pero eso más que una leyenda es una exageración de la gente.