Educación volátil

25 nov 2018 / 12:09 H.

En Jaén, por todos es conocida la figura de Andrés de Vandelvira como aquel cantero y arquitecto renacentista, cuya estatua descansa a los pies de la Catedral, a la que dedicó su talento y años de vida. Sin embargo, con su obra hizo más que crear, ya que la forma en la que estructuraba una planta rectangular condicionaba la proyección de lo que futuros arquitectos harían en otros espacios. Nuestros políticos legislan como el que esculpe en piedra, en solitario y con mano de hierro. Es por ello por lo que nos encontramos con la octava reforma de nuestro sistema educativo. La eliminación de las reválidas, el menor intervencionismo o los planes individualizados para los repetidores, son cambios notorios que deben ser examinados con el tiempo, porque sólo la continuidad de un proyecto permite legitimar al mismo. Aunque la clase política no tiene miedo de acabar con los cimientos de lo que sus antecesores construyeron, la educación es la obra de ingeniería más importante y delicada a la que el Gobierno puede enfrentarse, siendo el consenso la única forma de afrontarla. Si queremos educar, tendremos primero que aprender a entendernos.