Duelo entre dos alcaldes

10 abr 2017 / 12:24 H.

Crecieron políticamente con las mismas siglas, alcanzaron el éxito municipalista bajo las alas de un charrán y, con la sintonía pegadiza que acompaña al Partido Popular, aspiran a protagonizar un duelo entre alcaldes para ganar el trofeo de la presidencia provincial. Miguel Moreno y Juan Diego Requena gozan de popularidad en los municipios en los que gobiernan y, obligados por el revuelo mediático de sus decisiones, no tendrán más remedio que empezar a asimilar la fama que tanto cuesta. El congreso del cuerpo a cuerpo, fijado para el 21 de mayo, queda a la vuelta de la esquina. Los plazos están perfectamente establecidos y, en aras de un procedimiento tan transparente como el cristal, ambos están convencidos de que no llegará la sangre al río. La pugna se quedará en unos cuantos memes que sacan a relucir la creatividad de la militancia y las debilidades del aparato. Pelillos a la mar en una confrontación política en la que está en juego la fortaleza de la calle San Clemente.

El alcalde de Porcuna cambia de contrincante por culpa de las incompatibilidades fijadas por la dirección nacional. Resuelto el enigma que abrió José Enrique Fernández de Moya con su intención de continuar como presidente, no le quedará otra que vérselas con el alcalde de Santisteban del Puerto. No habrá un tercer rival. El actual secretario provincial del Partido Popular, Miguel Ángel García Anguita, traga saliva después de la jugada de la cabra con la que se escribe su punto y seguido. A las claras. Él, que vio la puerta abierta con el reglamento de “una persona, un cargo”, quería ser el candidato oficial. Sin embargo, le salió la gata gato cuando, una tarde de domingo, con premeditación y alevosía, salió un nombre a relucir que, por supuesto, no era el suyo. Armó la de San Quintín. Todavía se escucha el eco del portazo con el que se despidió de aquella improvisada reunión que alteró el descanso y la tranquilidad. Reunió a los suyos y, después de dos días en el Parlamento de Andalucía, regresó con una idea clara: intentar dañar al partido lo mínimo y, si es nada, mejor. No quiere ni oír hablar de recompensas, pero cuando alguien, en política, responde a las rogativas del mandamás, no suele quedarse tirado en la cuneta. Replegada la vieja guardia y despejadas las dudas de fusiones imposibles rogadas por la dirección andaluza, Miguel Moreno y Juan Diego Requena empiezan otra forma de hacer campaña con la mirada puesta en las urnas de la militancia. El cuentakilómetros de sus coches particulares corre a velocidades de vértigo. Las vacaciones de Semana Santa serán en el paraíso interior.

Dos alcaldes apegados a lo rural, que coinciden en la apuesta por el municipalismo, por la democracia interna, por la renovación e, incluso, por una mayor participación de los pueblos en la toma de decisiones importantes. Sus discursos parecen cortados por el mismo patrón, pero queda claro que el de Porcuna representa el traje de la alternativa y el de Santisteban del Puerto viste el de la continuidad. Una corriente crítica enfrentada a la oficial en el seno de un partido poco habituado a lavar los trapos sucios fuera de casa. Porque, dentro, tienen algunos las manos desolladas de tanto frotar. El caso es que Miguel Moreno y Juan Diego Requena se hicieron políticos en sus respectivos municipios bajo las siglas del Partido Popular, consiguieron dar la vuelta a la tortilla en sus ayuntamientos, creen en un mismo proyecto y, paradojas de la vida, están dispuestos a echarse un pulso en el que se juegan, ante todo, su futuro. La militancia tiene la voz y el voto.