Diez siglos más

22 feb 2018 / 09:11 H.

Jamás en mi vida, ni en mis más negras pesadillas, pensé que iba a dedicar tanto tiempo de mis últimos años a hablar de los políticos. No encuentro manera de poder evadirme, porque los políticos no ofrecen salidas. Están tan obcecados en hacerlo mal, que hasta los mudos se ven obligados quejarse y protestar. Y como las aberraciones de los gobernantes no tienen descanso ni límite no hay manera de permanecer ajenos a este descaro, a esta desfachatez de los unos y de los otros. Lo más alarmante es que cada día que pasa se descubren más manejos turbios y la democracia está en mayor cuarentena, abocada a un final que no promete nada bueno, sobre todo, para los que siempre pierden en el negocio de la política: los ciudadanos de a pie.

Muchas veces me digo que hay que tener paciencia, que no hay que perder la esperanza. Pero, al día siguiente, me encuentro con el panorama aún más oscuro y adulterado. Uno de los más grandes escritores españoles, Benito Pérez Galdós, autor de obras como “Tristana”, “Fortunata y Jacinta”, “Marianela”, “Misericordia”, “El abuelo” y los famosos “Episodios Nacionales”, fue diputado en la República. Salió asqueado de la política y escribió algo tan rotundo como “la política es una cueva de ladrones” y que “se tardaría un siglo en conseguirse la regeneración”. Han pasado más de cien año desde aquello y lo que vemos en el mundo de la política se parece cada día más a lo que contaba Pérez Galdós. El mal se reproduce y crece con el tiempo. Será un mal endémico de nuestra raza, pero o se echa seriedad, honestidad y mucho trabajo para que esto cambie o nuestros nietos se verán obligados a vivir momentos muy malos.

No existe el menor propósito de enmienda. Los políticos solo viven para controlar el poder y gobernar para los suyos, los más allegados. Todos los servicios vitales de la población están desasistidos. La diferencia entre clases, cada día, es más grande e injusta. Y, por si fuera poco, ese escarnio que se viene cometiendo con los jubilados, a los que cada vez se les recortan más sus posibilidades económicas. Ya está bien. La España pensionista sale hoy a las calles de todas las ciudades para decir basta. Para protestar por la miserable subida de las pensiones y poner freno a la inseguridad que el Gobierno vierte sobre su futuro. Un primer paso para recordarles que tienen que gobernar para el pueblo con limpieza. ¿O cuántos siglos deben pasar para la regeneración?