Diálogo
de cuernos mañaneros

27 ene 2018 / 11:44 H.

Las mañanas son así, unas, anodinas y otras, sorpresivas. En el trayecto que hay desde el curro hasta el bar donde me aprieto la tostada, unos 500 metros, me comí una conversación castiza y con el corazón a flor de piel. Dos vecinos, parados de larga duración y carrillo de la compra en mano, mantenían una tertulia acalorada en torno a los cuernos televisivos. Debían estar pasados de vueltas, de copas mañaneras, Sálvames y Grandes Hermanos, eran unas auténticas enciclopedias telebasurianas. Esta gran estafa, llamada crisis para distraernos sobre sus orígenes y que no nos rebrinquemos, deja un panorama dramático en cientos de casas: multitud de tipos, de diversas edades, agilipollados y vencidos, narcotizados frente a la caja tonta, consumiendo mierda en bote de cuatro sinlachas. Tras un repaso pormenorizado de esta rabiosa actualidad, bajan a la tierra y comentan lo suyo, que de alguna manera se parece a la otra, pero en versión más tiesos que la mojama. El tema concreto era sus propios cuernos y cómo los llevaban. El más vehemente y patético le dice al otro: “Yo por lo menos los llevo por fuera, pero anda que tú, que los llevas por dentro”.