Día de Todos los Santos

Hoy, día 1 de noviembre, Día de Todos los Santos, es día festivo para la comunidad cristiana, elegido para honrar a los difuntos. Es decir, no sólo para aquellos que forman parte de la lista de santos o beatos canonizados, sino, también, por el resto de difuntos. Llevaremos flores a las tumbas de nuestros parientes fallecidos e incluso pasearemos, cual visita turística, por los cementerios. A ver si llega un año en que podamos celebrar la tan anunciada y nunca conseguida rehabilitación del conocido antiguo cementerio de Jaén. Ojalá el nuevo equipo de Gobierno local se remangue y se ponga mano a la obra. Eso sí sería toda una novedad en nuestra ciudad. No obstante, de todos es sabida la idea de que la celebración del día de hoy es una festividad, que, cada vez más, carece de sentido para las nuevas generaciones. De hecho, en casa, igual que todos los años anteriores, seguimos juntándonos toda la familia extensa, para cenar, esta noche. Aunque, en realidad, nos juntaremos los hijos, en mi caso, las hijas, con los abuelos, por aquello de que, es a estos a quienes les hace ilusión juntarnos esta noche, y a nosotras no nos cuesta trabajo seguir haciéndolo tal y como lo hacíamos desde que éramos pequeñas, cumpliendo con todas sus tradiciones culinarias. Así, no podrá faltar la batata asada, ni los buñuelos, las gachas, las castañas, ni los huesos de santo. Pero llega la generación de los nietos, y estos no asistirán, salvo que, a última hora, se hayan quedado sin ningún otro plan de salida, lo cual, dada la apretada agenda social que tienen hoy en día los jóvenes, no será normal que les veamos el pelo. Realmente, los tiempos cambian, y hoy en día la ciudadanía tiende a ser más práctica. Es una festividad que le auguro escaso recorrido y que, a la vuelta de la desaparición de la generación de nuestros padres, con ellos se disipará esta celebración, al menos, en la forma en la que la hemos conocido y celebrado los baby boom.