Desafinada rima judicial

10 feb 2018 / 11:19 H.

“Sobran palabras, la cara lo dice todo, makaveli soy tu dios”.

La frase, por más requiebros que se puedan buscar, no da más de sí, ni tan siquiera como reclamo publicitario. Acompañada de la imagen de la discordia —fundido el rostro del Cristo Despojado de la Cofradía de la Amargura de Jaén con la de un veinteañero con devoción hacia un rapero muerto y, en concreto, a su línea de ropa— tampoco da para rasgarse las vestiduras. Sin embargo, a Daniel Cristian Serrano (Cristian: hombre que sigue a Cristo, tal cual) se le abrió un proceso penal que culminó esta semana con un “acuerdo” por el que debe abonar 480 euros por publicar ese mensaje en Instagram. Inescrutables también los caminos judiciales para considerar esto un delito contra los sentimientos religiosos, que la Fiscalía dio por bueno y la defensa aceptó con conformidad... algo que solo puede explicarse desde el temor de Dios. Victoria pirriquísima para los que alentaran el escarmiento judicial, dado el efecto bárbaro Streisand que lleva la imagen de ser vista por un pequeño grupo de amigos a pasar a millones de personas. A la cantante estadounidense el vano intento de retirar una foto de su mansión se le fue de las manos y causó el efecto contrario, concitó el interés de más público y quedó etiquetada y retratada. Lo del remedio y la enfermedad.

Es necesario torcer mucho los renglones jurídicos para convertir este mensaje en injurioso. A pesar de los requerimientos para que lo eliminara, Daniel mantuvo su publicación dentro de un mínimo derecho a una libertad de expresión que, en su día, intentó explicar a su manera. Un no doblegarse que enojaría al demandante y que encontró, contra todo pronóstico, acomodo judicial, con acuerdo “in extremis” y para más inri.

Se puede entender el hastío de campañas publicitarias, o el postureo de arremeter con el insulto en redes sociales, o artistas sin mucha imaginación que toman símbolos con el único fin de provocar sin mayor mensaje ni pretensión artística, pero no es el caso. ¿Cuántos jornales le hubiera costado a la exuberante Madonna su “Like a virgin” o su más subido de tono “Like a prayer”? Pura metáfora la pregunta, nada irreverente, eran los ochenta.

Es el pecado de la imagen como única verdad, que lleva también su penitencia. Quién esté libre de él que tire la primera piedra. Es sabido que puede engañar más que mil palabras, pero también su poder de adicción. A la atracción de un buen bodegón sucumbieron también quienes dieron luz verde a la inauguración del Centro de Salud del Bulevar el pasado mes de mayo, aunque sus tuberías fueran incapaces de surtir de agua caliente a profesionales y pacientes. El flamante centro era más que esperado en el barrio y durante semanas pusimos el foco en la penosa situación de la calle adyacente. Dentro, sin embargo, en el ángulo muerto, y después de nueve millones de euros de inversión no había agua caliente. Que un paciente de 78 años, como Sabas Martínez, tenga que volver a su casa para calentar agua para poder recibir así la atención programada es algo más que una anécdota.

Jaén Adelante tiene los días contados fuera del PP. La declaración de intenciones de Miguel Moreno y el plazo de dos meses de la comisión gestora suena a desembarco gradual y consensuado en Ciudadanos. El estribillo “de más democracia interna, participación, municipalismo y un militante, un voto” encaja perfectamente con arrebato que marca en las encuestas la formación naranja. Juan Diego Requena, como es lógico, minimiza la marcha de tres alcaldes. Pero en el PP no hace ni pizca de gracia. Bromas, ya se ve, las justas.