Demostración de amor

25 feb 2019 / 09:40 H.

No fue una declaración de intenciones, una quedada normal ni un encuentro inesperado. Fue toda una demostración de amor. Eran necesarios los arrumacos, los besos, los abrazos, los aplausos y las palmadas en la espalda después de un noviazgo difícil, intenso y con separaciones dolorosas que terminaron en divorcio. El Partido Popular de Jaén, en el que sonaban tambores de gestora para quitar a uno y poner a otro, demostró el sábado que está dispuesto a trabajar fuera del horario establecido, de lunes a viernes, para limar asperezas, recuperar la unidad y el compañerismo de su manual de instrucciones y salir al ruedo de las elecciones generales y municipales para lidiar los toros de las mejores ganaderías. Así de taurinos estuvieron los populares jiennenses en un cónclave en el que, por unos y por otros, llenaron el tendío.

La primera convención provincial celebrada en la provincia, al menos que recuerden los allí presentes, es la expresión más clarividente del cambio impuesto como modelo en Andalucía. Se nota que impera un nuevo estilo en la dirección provincial, se palpa una forma diferente de hacer las cosas en la regional y la nacional no hace más que mirar para abajo a ver si se pega algo. La unidad perdida en aquel congreso celebrado no hace todavía un año queda relegada al olvido ante la inminencia de una doble cita con las urnas que fuerza a los dirigentes del Partido Popular a zanjar polémicas, cerrar heridas y debates innecesarios y lavar la ropa sucia en territorio doméstico. Después, Dios dirá, porque, como reza otro refrán, hasta el rabo todo es toro. Es decir, que una cosa son las elecciones y otra muy distinta lo que pase después.

No hubo ausencias muy sonoras en un cónclave del que se puede sacar buena punta. Hasta el exalcalde Miguel Sánchez de Alcázar, del lado de los críticos en aquel capítulo de la película congresual, acudió convencido de que allí tenía que estar él. Sí faltó el antecesor de Juan Diego Requena en San Clemente y de Javier Márquez en el Ayuntamiento. Ya se sabe que no está el horno para bollos —otro refrán— y, quizás para evitar chupar cámara, José Enrique Fernández de Moya fue uno de los ausentes. Porque otra razón no puede haber. ¿O sí? Por cierto, después de criticar la “coalición de perdedores” de alianzas en las que el Partido Popular no estaba, qué pensará ahora del pacto tripartito en Andalucía. Interesante...

Paréntesis aparte, echó un buen día la militancia popular en el Hotel HO Ciudad de Jaén. La terapia de grupo les servirá para afrontar todo lo que arrastra el cambio, porque no será fácil, por ejemplo, el entendimiento de delegados territoriales de dos fuerzas políticas llamadas, valga la redundancia, a entenderse. Tampoco pagar las novatadas de principiantes con protocolos en los que no están incluidos los sindicatos. Pero eso es afinar demasiado el lápiz. Hay que quedarse con lo importante. Que esto ya no es lo que era, que los ríos de tinta que corrieron no hace tanto y el juego mediático que dieron los críticos son cosas del pasado y que, mientras se demuestre lo contrario, no habrá una voz más alta que otra. Por más que se empeñen los “sabelotodo” en exponer públicamente, en voz baja, que habrá más pronto que tarde lío en un partido político para el que corren vientos favorables. Incomprensible. Si alguien no pudo asistir, o no quiso, a la convención que sepa que la vida es, ahora sí, de color de rosa, que todos están y son de Juan Manuel Moreno Bonilla, de Pablo Casado Blanco, de Juan Diego Requena Ruiz y de Javier Márquez Sánchez, y que está claro que el amor puede con todo.