a la tragicomedia

04 nov 2017 / 11:35 H.

Estoy cumpliendo dos condenas, la mía y la matraca independentista que me está dando este tío”. Así pidió el compañero de celda de Jordi Sánchez que lo cambiaran de chabolo. Han pasado los días y la cosa se está poniendo platera, al menú taleguero de los Jordis se les han sumado nuevos comensales. Mientras tanto Puigdemont y otros cuatro de los suyos, entre col y col de Bruselas, degustan mejillones con patatas en libertad, que es lo que les gusta a los belgas. Decía Sergi Pámies en la Vanguardia que “el golpe de efecto de la operación Bélgica oficializa el triunfo de una clandestinidad de Instagram que no debería trivializar la dimensión trágica del exilio”. Entre tanto, la propaganda de ambos lados pretende reducirlo a un duelo entre convicciones sin argumentos y argumentos sin convicciones. Y al final ha pasado lo que nunca debió de pasar, que un problema político haya caído en manos de la justicia. Lo que dice mucho de nuestra clase política actual, de un lado y de otro, que están en la tercera división y con menos cintura que el muñeco de Michelin. En el denostado, por algunos, régimen del 78 se lidiaron unos miuras más bravos.