Del petardo al perro

10 ene 2018 / 08:59 H.

Un perro peligroso le ha impedido respirar a una persona que pasaba por allí con la intención de pasearse y tomar el sol. Son demasiadas las muertes producidas por estos perros con instintos asesinos, aunque me lo rebatan ciertos animalistas que no ven más allá de sus miopes ojos. Ante la manifiesta indefensión de la ciudadanía, solo nos queda rezar un Padrenuestro a San Antón o San Francisco de Asís, tan amigos ambos de estas criaturas hechas por Dios, no para que nos muerda si ese es su antojo preferido, sino para ser amigos fieles de la humanidad. Otro tanto, ¿hasta cuándo?, está ocurriendo con los petardos, eso sí, vendidos, y tal vez homologados. Nada me divierte el ruido de los cohetes, sean valencianos o jaeneros. Hasta fastidia a mi pituitaria su olor a pólvora. Ya saben: perros y peligrosos y petardos ídem no son santos de mi devoción. A los parlamentarios les sugiero que le hinquen el diente a estos temas que están produciendo alarma social. Sus señorías tienen la palabra.