Del lado de acá (3)

03 may 2019 / 11:43 H.

Para ser francos, lo último que le hacía falta a este artículo es ser escrito en Helsinki. En unas horas estaré de vuelta, pero seguramente seguiré tarareando el inicio del magnífico Kullervo de Sibelius y mis sentidos se mantendrán imantados a la belleza metálica de los lagos finlandeses mucho después de haber abandonado estas tierras. Aunque ponga miles de kilómetros de por medio. A mi yo extranjero le vendría bien saber que la voz de Juan del Encina estará esperándome en casa y que habrá atravesado el vacío de los tiempos solo para llegar hasta mis oídos. Sería precioso poder decir justo ahora que he desaprovechado el tiempo al buscar en fronteras lejanas lo que estaba esperándome a la vuelta de la esquina. Al fin y al cabo, he acabado viviendo a 100 pasos escasos del lugar donde nací, yo que tanto he presumido de ser ciudadano del mundo. Estaría muy bien decir que la desorganización y los problemas que veo alrededor pasan en cada rincón del mundo. Gritar que estaba equivocado cuando me quedé enganchado al lado de allá, a los puentes de París, la primera vez que leí “Rayuela”, cuando en realidad todo sucede en el lado de acá. Pero acá, hoy, es Finlandia. Y, maldita sea, he escrito tres artículos para volver a la casilla de salida.