Del clásico griego al folletín

21 ene 2017 / 11:27 H.

Cuando estábamos pendientes de la visita de los temidos hombres de negro, prestos a utilizar el bisturí financiero en el Ayuntamiento de Jaén y hacer una dolorosa sangría, una escabechina a lo tarantino, nos enteramos, a través de la homérica carta de Juan Miguel Hitos, que Agamenón y Odiseo estaban infiltrados en el Real Jaén, cual caballo de Troya, y convivían con nosotros como en un episodio de El Ministerio del Tiempo. La capital como escenario propicio para la trifulca, belicismo epistolar de baja intensidad. La misiva del accionista mayoritario del club —publicada por este periódico— es una rendición ante los imponderables económicos que asfixian a la entidad, un ajuste de cuentas con mitología clásica y una ronda de cicuta de por medio. Como previa del clásico provincial con el Linares Deportivo, el mandatario abandona una nave a la deriva y devuelve la pelota (las acciones) a unos socios hartos de epopeyas griegas y otra de romanos. Los señalados por el señor del parné como representantes de los intereses municipales, los dimitidos Higinio Vilches y Juan Carlos Hidalgo, prefieren la prudencia a entrar en batallas perdidas y que la verdad florezca, si puede, en este campo nada abonado. Dejaba escribir Antonio Machado a Mairena y decía: “La verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero”. Pero la cita sigue para mayor enredo si cabe:

—Agamenón: “Conforme”.

—Su porquero: “No me convence”.

Cuestión de matices. El alcalde Javier Márquez, mientras tanto, carga la pluma para comenzar lo que se podría considerar ya un género en sí mismo. Cartas a Susana. Relación epistolar que emprendiera con ahínco y escasa fortuna Fernández de Moya, retomada ahora a cuenta de ese Palacio de Deportes que no tenemos, aunque en la capital sobren los “agujeros” que glosar. Mayor rédito tendría argumentarle a Cristóbal Montoro que aporte algo de luz (ahora que se cotiza tan cara) y que ilustre cómo salir del atolladero económico actual. Como si fuera una pelea de salón, desde el PSOE —un poco con la cortesía de Gila con el enemigo— se dice que “tal vez” Márquez debiera dimitir. El caso es que cada cual está a lo suyo, y es plausible que la presidenta Susana Díaz, por ejemplo, al atardecer quiera abrir el sobre lacrado del regidor jiennense, pero con tantas cuitas sobre la mesa no pueda centrarse en los ardores guerreros del munícipe. De hecho, es pura intuición pensar que también estará liada para que la visita de Pedro Sánchez a su rincón trianero salga lo mejor posible, “como un compañero más”. Y es que Pedro Sánchez es el trasunto político del gran Miguel Ríos, siempre en la carretera, y nunca sabes a ciencia cierta si colgó la guitarra, está de estrella invitada o sigue, con todas las letras, al pie del cañón. De duetos mejor no hablar. El tiempo todo lo desordena. Hace menos de un año, visitaba Sánchez, con su estrenada buena estrella, el estand de Jaén en Fitur y el presidente de la Diputación, Francisco Reyes, como buen anfitrión, le invitaba a un caldo olivarero. Un tiempo entre costuras después, la esperanza socialista está atrapada en un blues y el secretario general de los socialistas jiennenses atisba el horizonte con la tranquilidad de tener la retaguardia cubierta y saber sin mirar por dónde va la partitura. Si los duetos en política son complicados, qué decir de un trío sin amor, sin química, sin ton ni son. A la “performance” de los ediles no adscritos del Ayuntamiento de Jaén no le falta un detalle de guion. De un tres en uno municipal, después de abjurar de la fe de Ciudadanos, pasan a no querer verse ni de cerca. El salón de plenos se les queda corto para poner distancia entre Víctor Santiago e Iván Martínez, de un lado, y Salud Anguita, por otro. Todo tan pimpinesco que parece irreal. De los clásicos al folletín.