Del Árbol del Bien

02 feb 2018 / 09:00 H.

El Antiguo Testamento nos habla de los exóticos árboles que había en el Jardín del Edén, entre ellos el Árbol de la Vida y el Árbol del Conocimiento, también llamado Árbol del Bien y del Mal. No voy a echarles un sermón. Ya les he dicho muchas veces que yo no pasé de ser monaguillo en las Bernardas. Esta reflexión me ha saltado al alma ante la muerte de un entrañable amigo. Una noticia que me ha llenado de dolor, porque se ha marchado uno de esos pocos grandes hombres con quien uno tiene la suerte de encontrarse en la vida. Ha muerto Antonio Madera Caballero, quien durante toda su andadura en la tierra dio testimonio de que esa “madera” de su primer apellido era madera del Árbol del Bien. Hacía honor a sus apellidos, porque Antonio también fue siempre un caballero íntegro, noble, bondadoso y leal.

Antonio Madera nació en Valdepeñas de Jaén en 1931. Fue profesor de Enseñanza General Básica en el colegio de Santiago Apóstol de su ciudad natal y en el Santo Tomás de Jaén. Vino a residir a la plaza de los Jardinillos en el mismo edificio donde yo estuve viviendo muchos años. Fuimos vecinos y algo más, mucho más. Fuimos entrañables amigos, porque conocer a Antonio era sellar una inquebrantable amistad para siempre. Un conversador ameno y ocurrente, que no desaprovechaba ocasión de exaltar las cosas de su Valdepeñas natal. Desde hace 20 años, cuando he subido a la ciudad, siempre coincidíamos en el bar Miami —hoy bar los Jardinillos—, ubicado en el mismo edificio donde vivía Antonio. Era respetado y querido por todos porque su compañía era realmente gratificante. Era muy moderado en todo, con un talante que contagiaba y siempre con una sonrisa amable en su rostro.

Suceden estas desgracias tan dolorosas y no encuentras explicación. No hace tantos días que estuvimos juntos en el bar, como de costumbre, y él se mostraba animado, jovial, como lo fue siempre. Tuve ocasión de saludar a su esposa, Esperanza. Cuesta creer y admitir que en apenas unas horas las nubes tiñan de luto el cielo y los corazones. Antonio Madera fue maestro de niños y de personas mayores. Siempre fue ejemplo y sembró muchas cosechas fértiles en su camino. Ahora pienso que, cuando visite dentro de unos días el bar de los Jardinillos, notaré un vacío impresionante que sólo llenaré con el recuerdo inolvidable de mi amigo Antonio.