De regreso al futuro

23 ene 2018 / 09:02 H.

Hay sucesos fortuitos que te hacen descubrir a personas. Para ello hay que estar dispuesto a oír y prestar atención a lo que está fuera de ti. Esta actitud es un aprendizaje que no viene en los libros, te lo enseñan tus mayores. Así fue como conocí a Leonardo Casado. Es una persona que no cuenta el tiempo, cree en la justicia, en el entendimiento, en la palabra dada que tiene más valor que cualquier papel por el reconocimiento a la otra persona. Ha contribuido, como muchos otros, al desarrollo económico que disfrutamos y que nos permite crecer. Ha dedicado 40 años de su vida como obrero manual. No considera trabajo todas las tareas que tuvo que hacer, desde que reconoce su existencia, en momentos duros de su niñez. En sus relatos transmite la idea de que la ayuda es una obligación moral de reconocimiento al otro, no una ley a cumplir. Es una muestra de todas las personas mayores que nos permiten tener la vida que tenemos hoy, con sus problemas, pero una calidad de vida envidiable. No nos engañemos, no han sido los mandatarios los que hacen la historia, sino las personas con su esfuerzo anónimo.

La jubilación es un derecho social garantizado por la Constitución del 98, Ley defendida hasta el paroxismo,y reconocida como derecho en la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 22, a través del sistema de protección de la seguridad social. Este modelo fue iniciativa del canciller alemán Bismarck en 1884 mediante el seguro social para la vejez. Daba respuesta a la demanda de derechos de los trabajadores, hacía frente a las presiones de los movimientos obreros. Buscaba paz social para el desarrollo económico. Un avance al modelo de estado de concertación social que tendrá su mayor expresión en el Estado de bienestar. Las prestaciones percibidas no son graciables. Garantizarlas y que cumplan su objetivo es una obligación para el gestor del Estado. Parece surrealista subir las pensiones por debajo de la inflación mediante una ley. Es dar rango legal a una injusticia social. Una subida de 0,25 frente a una inflación acumulada anual de 1,1% es asumir que no es un derecho garantizar la calidad de vida de la ciudadanía, sino un acto graciable ahora y en el futuro. Será legal pero no ético. Habrá que pensar que en lugar de crisis del Estado del bienestar lo que hay es crisis de identidad en la ciudadanía que no se identifica como trabajadora y por tanto, la crisis es del movimiento obrero. Nos movilizamos por falta de infraestructuras, por las banderas, incluso por apoyo a nuestro equipo deportivo; y no vemos que tras todas las declaraciones de Villalobos, percibidas como frívolas, no hay fantasía. Es un avance en el proceso de reformulación del contrato social, hacia el fascismo societal —según De Sousa— en el que el gobierno ejerce el rol de jurista defendiendo el interés de su cliente que no pretende dar seguridad ni ahora ni a futuro a la ciudadanía. Retorno a un estado benéfico asistencial, dar valor “al yo”, eliminar definitivamente “el nosotros”.

Somos depositarios, no dueños, del destino y del futuro. Nuestra mejor aportación a la especie humana es la capacidad de relacionarnos reconociendo el derecho a la existencia de la otra persona, entendiendo que somos una realidad colectiva, no individual. Es la corresponsabilidad la que nos ha hecho llegar a donde estamos y nos permitirá seguir evolucionando.