De las ánforas a
las cisternas

03 sep 2017 / 11:18 H.

Hace milenios de Jaén salía el oro líquido hacia Roma en ánforas sumamente cuidadas. Tanto es así que en Roma hay una colina, el monte Testaccio, formada por cientos de miles de ánforas hechas en la zona de Cástulo y todo el valle de Guadalquivir de la actual Jaén. Los antepasados de los actuales italianos eran plenamente conscientes de la calidad del zumo de nuestra aceituna, y como tal iba a hacia Roma bien y primorosamente envasado. Hoy, milenios después, el flujo de nuestros aceites hacia la península de la bota sigue siendo significativo. Solo una diferencia ha marcado el paso del tiempo, antaño nuestro aove se exportaba envasado, actualmente se lo vendemos a granel, para nuestra vergüenza e insuficiencia mercantil. Cuesta entender que lejos de avanzar, hayamos retrocedido hasta límites que nos retraen a tiempos anteriores incluso a los iberos. Jaén fue siempre señera en la historia, justo hasta cuando nos adentramos en la era moderna. De lo que fuimos a lo que somos hay un abismo. Solo algo ha ido a mejor, la calidad de nuestros aceites, pero ¿de qué ha servido?