Cuervos con garras de oro
Está probado que los cuervos actúan como avanzadilla de las manadas de lobos, cuando éstos últimos van detrás de una presa. Los pajarracos con sus graznidos acosan y delatan a la víctima para facilitarle la faena a los fieros cánidos. Luego, como merecida recompensa, rellenan sus plumados buches con las sobras de la matanza. A estas aves oscuras y traicioneras les puso garras de oro Víctor Jara, en su canción “El aparecido”. Refiriéndose al peligro de muerte que acarrea llevarle la contraria al capitalismo y dedicada a su amigo Manuel Rodríguez, este poema cantado es ante todo una voz de alerta al vuelo que reviste de sombras el aire que respira, y que se hizo triste realidad en septiembre de 1973, cuando Chile entera se llenó de luto. El miércoles pasado la justicia chilena condenó a nueve miembros de su ejército a quince años de prisión por el crimen de Víctor Jara. Cuarenta y cinco abriles más viejos, los torturadores y asesinos de ese y otros homicidios penan por fin sus crímenes. Mientras tanto aquí en España, todavía no ha llegado la justicia a ese puerto. Si no tardas mucho, te espero toda la vida.