de los ahorcados

    13 nov 2022 / 16:00 H.
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    En la fosa 702, en el cementerio de San Eufrasio de Jaén, empiezan a aflorar los restos de los primeros cadáveres. Se calcula que en el “corralillo de los ahorcados”, así se le llama popularmente, hay al menos 1.200 represaliados por las autoridades golpistas que tras la guerra instauraron su particular manera de ejercer el terror. Corre una leyenda por un edificio de Génova 13, en Madrid, donde ordena y manda un manijero llamado Núñez Feijóo que, al parecer, esas 1.200 víctimas, y miles más, son solo daños colaterales de una pelea que mantuvieron nuestros abuelos y bisabuelos. Debían reñir ellos por la Plaza de San Idelfonso, y la gente, no aguantando tal violencia verbal, se moría de pena y eran hacinados, cuál si fueran animales, en un hoyo del cementerio. 80 años después sus huesos ven la luz para ser identificados y enterrados con dignidad por sus familias; lo que jamás hubiesen imaginado es que 8 décadas después la derecha española siguiera negando lo evidente, tanto que un alcalde loa públicamente a Millán Astray, pacífico abuelito al que no gustaba la inteligencia.

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